Una argentina en la cuna de Guillén
A unos metros donde nació el poeta nacional de Cuba, la argentina Griselda Dominelli recita y canta. Hace esa escala en su travesía de arte e investigación cultural. Aquí sintoniza la brújula para fundar en su país una Casa de la Décima.
Invitada a la tertulia del grupo La rueda dentada, en la sede de la Fundación Nicolás Guillén, comparte ritmos tradicionales de Buenos Aires. La tarde es una clase deliciosa de identidad y de arraigo.
El espacio abre con el grupo Las cuerdas de la sabana y los repentistas Héctor Peláez y Nelson Lima. Toca a la floridana Elena Obregón ser la anfitriona principal, aunque cada escritor y músico ofrece como sabe la hospitalidad.
Griselda explica que es bonaerense de las afueras y defiende con sus décimas ritmos típicos de allá como la cifra y el triunfo. Lo demuestra. Luego, en el segundo momento en escena, hace una milonga.
Por casa, Evelin Queipo promueve libros de poesía publicados por la Editorial Ácana. Dawlyn Aldana canta acompañado por el guitarrista Michel Hernández. El dúo Dulce Capricho participa con sus complicidades.
Llevamos casi una hora en suave marea de notas y versos. Griselda pide las cuerdas de Alcibíades Téllez para interpretar Gracias a la vida de la chilena Violeta Parra. Suma a un joven con laúd para complacer a Diusmel Machado con Los ejes de mi carreta del argentino Atahualpa Yupanqui.
El patio de la Fundación Guillén florece y todos quieren ser parte activa de un espontáneo guateque al ritmo de nuestra guajira Guantanamera. La invitada agradece con poesía, con canción, con el abrazo. Sabe que andar por La ruta de la décima, como nombró su travesía, es destino de constantes ires y venires.
UN APARTE CON LA PRENSA
Procedente de Las Tunas llegó feliz por topar en el archivo de la Casa Iberoamericana de la Décima, una foto de su madre payadora Marta Suint junto al Indio Naborí. En la ciudad de Camagüey visitó centros literarios y también estuvo en la peña La terraza campesina del Alberto’s Café. La escritora, investigadora y cantautora además compartió en Guáimaro y Florida.
“Estoy en principio sorprendida por la riqueza cultural de Oriente. Me planteé un itinerario muy corto. Hablo de esta tríada Las Tunas-Guáimaro-Camagüey. Están interconectados entre sí”, declaró Griselda.
─¿Cuál puente la conecta con el punto cubano?
─La analogía es lo que genera la improvisación, la adrenalina, ese estar en la punta de la silla viendo para dónde va el repentista, qué va a decir, cómo resuelve el verso. El payador, como le decimos en Argentina, nos conecta con el presente.
─¿Por qué emprende ahora la ruta de la décima?
─Cuando descubrí la décima me comprometí, empecé a investigarla, a experimentar las posibilidades que da… se me abrió el corazón. Hace dos siglos en mi tierra el hombre canta sus cuitas en décimas. Si yo pude, otras personas también pueden recuperarse a sí mismas, entonces surgió el proyecto de una Casa de la Décima. Mis maestros Emanuel Gabotto y David Tokar, payadores destacados de mi país, siempre me decían: “Cuba es la meca de la décima”. Ahora reconecto vínculos culturales entre Cuba y Argentina.
─A Camagüey llega siendo una amiga…
─ Cuando terminé de grabar mi primer disco (Ofrenda) el año pasado llegaron las bases del primer Congreso Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado. Junto al guitarrista Juan Martín Scalerandi nos postularnos con una ponencia. En La Habana encontré eximios decimistas. Se me destacó Peláez. Tiene una manera de improvisar con un sello propio. También conocí a Elena.
─¿Y cómo entra a La rueda dentada?
─A través de ella entré virtualmente por WhatsApp a la Tertulia del Quinto Día. No conocía esa modalidad de audiochat. Nos permite leer poemas, compartir. Los viernes muchas veces uno está en la casa y dice qué hago y está ahí todo ese caldo poético disponible. Es una cobija contar con ese espacio.
Por Yanetsy León González/ Adelante
Foto: De la autora