Un monumento a la poesía camagüeyana
Desde Espejo de paciencia hasta la fecha, mucho se ha escrito en Camagüey; textos que entretejen épocas y enriquecen la literatura cubana. La ciudad principeña, es cuna de esta manifestación artística, considérese así no solo porque naciera en ella la primera obra de la pluma de Silvestre de Balboa, sino porque continúa meciendo de forma verosímil, las historias de las calles, la fe y sus dueños.
Para mantener viva una parte impresionante de este quehacer creador, el poeta y ensayista avileño con raíces en los tinajones, Roberto Manzano, pone a disposición del tiempo y los buenos lectores el texto La arcilla luminosa, complicación que recoge cuarenta años de creación poética de los camagüeyanos.
El autor, convocado por la necesidad histórica de documentar los rasgos de la poesía en el período de 1970 al 2010, reúne en estas páginas más de doscientos poemas, de cantores de otros sitios que crearon aquí, de los que nacieron aquí y se formaron lejos, pero no perdieron la vinculación artística y espiritual con esta tierra, y de los que permanecieron en este espacio de manera prolongada.
Para él, no sería justo denominar este cuaderno como antología, considera que no cumple con algunos requisitos para serlo, en cambio, propone formas más humildes para nombrarlo: selección, colactánea, muestra o compilación. De cualquier manera que se le llame es un valioso registro del imaginario de los hombres del Camagüey; guía para los que continuarán ese camino, y también para los que disfrutan del verso.
La arcilla luminosa está compuesta por cuatro espejos, cada uno refleja la producción poética de diez años, con sus tendencias a determinado movimiento y su desapego a otras costumbres; mostrando así la idiosincrasia de la región a través de sujetos líricos, pero siempre con un especial amor hacia lo universal, como advierte Manzano.
“Los poetas camagüeyanos ante el par antagónico novedad- intensidad, siempre terminan afiliándose a los intensos» resaltó el autor en la presentación de su libro, como uno de los hilos centrales de estas cuatro décadas de desarrollo de la lírica camagüeyana. Señaló además entre las características, cómo algunos poetas aman la estructura, tienen gran sentido de la composición y la cuidan con esmero, mientras otros se acercan más a la descarga psíquica, al desembarazo, y les resulta atractivo su desaliño.
En la muestra confluyen desde Garzón Céspedes hasta autores jóvenes y rebeldes, en el espacio sublime de la diversidad y grandeza del lirismo en el territorio. Textos sagrados y trascendentales que constituyen patrimonio de la cultura camagüeyana.
“Este libro necesita lectores especiales, que entren por el primer poema y no desmayen, que vuelvan una y otra vez sobre ellos, solo así será una experiencia memorable. El que lea saltando de una página a otra nunca sabrá qué es la poesía camagüeyana», advirtió Manzano.
La arcilla luminosa es una invitación a conocer personas y mundos, y en medio de eso, la poesía brillante, por eso su autor afirma que es “una arcilla, pero una arcilla que echa luz».
Por Yamnevys Cuellar Pérez/ Adelante