Sudáfrica: El latido de un continente, el eco de la humanidad
Si hay un lugar donde la historia del ser humano puede contarse desde sus orígenes hasta los desafíos del presente, ese lugar es África. Y dentro de su inmensidad, Sudáfrica se alza como un país de contrastes, de resistencias, de belleza y de memoria viva.
Aquí, en el Casino Campestre, su música y su danza no han sido espectáculo, sino puente. Un puente que nos lleva a los ritmos ancestrales de los pueblos xhosa, zulú y sotho, que han contado su historia a través del tambor y el canto, porque antes de que existieran los libros, ya existían las narraciones orales que tejían comunidad. Un puente que nos acerca a la energía vibrante del gumboot dance, nacido en las minas de oro y diamantes donde los trabajadores negros convirtieron el sonido de sus botas en una forma de comunicación y resistencia.
Pero Sudáfrica no es solo pasado. Es el eco de la lucha de Mandela, la poesía de Antjie Krog, la fuerza de Miriam Makeba y Hugh Masekela, el poder narrativo de J.M. Coetzee y Nadine Gordimer. Es la alegría de su kwaito, el ritmo urbano que nació en los barrios marginados y que hoy es símbolo de identidad. Es la nación que venció al apartheid, pero que todavía carga con heridas abiertas: la desigualdad, la pobreza, la violencia que aún golpea a muchas comunidades.
Por eso es importante que un evento como esta Feria del Libro gire su mirada hacia Sudáfrica, hacia África. Porque es la tierra donde comenzó la humanidad y, sin embargo, es un continente al que el mundo muchas veces prefiere mirar de lejos. Porque su literatura, su arte y su cultura son tan vastos como sus sabanas, pero aún enfrentan barreras para ser reconocidos en el escenario global.
Esta apertura fue, sin lugar a dudas, una invitación a descubrir, a cuestionar, a escuchar los latidos de un país que ha demostrado que la historia puede cambiarse, pero que también nos recuerda que aún queda mucho por hacer.
LOS LATIDOS DE SUDÁFRICA EN LA FERIA DEL LIBRO
En la Feria del Libro en Camagüey, la presencia literaria del país africano ha sido limitada. A pesar de ello, se han podido percibir elementos culturales en diversas manifestaciones artísticas y proyectos expuestos en el evento.
Uno de los puntos de conexión ha sido el proyecto de muñequería Carsueños, dirigido por Carmen Soto. Este colectivo presentó la muñeca Tainna, confeccionada con diversas técnicas artesanales. Además, realizó tapices volumétricos con siluetas sudafricanas, con materiales como saco, botones, flores y técnicas como el montaje de pelo con hilos que imitan el cabello natural. En sus creaciones, Carsueños refleja elementos distintivos de la vestimenta tradicional de las mujeres sudafricanas, incluye turbantes, accesorios y los característicos collares de afinamiento para el cuello. Este trabajo implicó un estudio minucioso de la cultura sudafricana, lo que Carmen reconoce como la oportunidad de un intercambio de saberes que enriquece a los artesanos y al público que visita la exposición instalada en el área del Pabellón Infantil.
El espectáculo de apertura, Raíces, dirigido por Jesús Ruedas, también incorporó referencias a la cultura sudafricana. Inició con Nancy Avilés, la Vedette Cubana de la Cultura Haitiana, quien interpretó “A ti zo”, un canto de mujeres prisioneras que llaman al guerrero, legado de su abuela haitiana Eva Lubens. Lo tiene montado con el grupo Bonito Patuá, con coreografía y todo, pero en esta ocasión solo ella salió a escena. Como es costumbre, se interpretaron los himnos nacionales de Cuba y del país invitado, para reforzar el carácter simbólico.
Uno de los momentos más destacados fue la interpretación de la popular “Jerusalema”, de Master KG y Nomcebo Zikode, por los niños de danza de la Escuela Profesional Luis Casas Romero, con una coreografía que sorprendió y deleitó al público.
También, el coro vocal Desandann ofreció una emocionante versión de “Wan tha tha”, mientras que el Dúo Confluencias presentó “Nelson Mandela, sus dos amores”, de Pablo Milanés, en homenaje a la icónica figura sudafricana. Además, el Dúo Voces evocó el legado musical de Miriam Makeba con una de sus canciones más conocidas, “Pata Pata”, para una conexión directa a su tradición musical.
Aunque los títulos de autores sudafricanos no han llegado, según Osmany Brito, especialista del departamento Comercial del Centro Provincial de Libro, para ofrecer un acercamiento más amplio a su literatura, sí se encuentra disponible el texto Fidel y Mandela. Una entrañable amistad, publicado por Ocean Sur y seleccionado por el cubano Pedro de la Hoz. A la venta en el kiosco de Casa de las Américas, permite explorar los lazos históricos entre Cuba y Sudáfrica a través de la relación entre dos de sus líderes más emblemáticos.
Eventos como la Feria del Libro de Camagüey son una oportunidad para romper estos silencios y redescubrir una cultura vibrante y poderosa. Para conocer mejor a Sudáfrica, y a África en general, es esencial leer a sus autores, escuchar su música, ver su cine y aprender su historia desde una perspectiva propia, no solo desde el filtro occidental.
Muchas veces, la educación y los medios hablan de “África” como si fuera una entidad única, sin reconocer la diversidad de sus 54 países. Este error diluye los matices culturales y hace que realidades como la de Sudáfrica queden atrapadas en un imaginario generalizado. Es aquí donde la Feria adquiere un papel fundamental: mirar más allá de los estereotipos y acercarnos a la riqueza cultural que este país y este continente tienen para ofrecer.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante