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viernes, marzo 21, 2025

Sóngoro cosongo: cinco años de un remanso literario

Recientemente asistí a un refugio de letras y melodías, un rincón donde la palabra encuentra abrigo y la poesía se vuelve encuentro. He seguido esta peña literaria casi desde su fundación. La primera vez que se hizo fue el 14 de febrero del 2020, pero para mí los 14 de febrero tienen dueña, y esa dueña es mi hija. Sin embargo, enseguida intenté seguirle la pista por varias razones. Era un contexto de cambios en la gestión del Centro Provincial del Libro que compulsó a los autores a presentar proyectos, reevaluó el pago de las oralidades y aumentó el pago del derecho de autor. Y eso no pasaba antes, ni sé si se ha logrado en otra provincia.

La peña fue presentada por un cantautor, Antonio Batista, quien se acercó al poeta Jesús Zamora, una persona en situación de discapacidad, pero que se ha hecho valer y respetar en el gremio literario por su obra. En aquella primera vez, la invitada fue Evelin Queipo, quien por iniciativa propia llevó libros para regalar. Ese gesto se quedó como un sello del espacio, al punto que Zamora compra libros, sobre todo de la editorial camagüeyana Ácana, para obsequiarlos al público con dos objetivos esenciales: promover la obra y el autor desde ese regalo, y aportar a la recaudación de la librería.

Durante ese mandato de Yunielkis Naranjo, el Centro del Libro de Camagüey hizo mucho: logró saldar las deudas, publicó libros que llevaban años a la espera de insumos y empujes de impresión.

Esa peña, nombrada Sóngoro cosongo como homenaje directo a Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba nacido en esta ciudad, ha celebrado cinco años. Han sido cinco años en los que ha pasado de todo: las alternativas virtuales durante la pandemia de Covid-19, los anfitriones suplentes cuando los principales han tenido otros compromisos inaplazables, el desfile de autores conocidos y otros sacados a la luz. Tiene un público habitual, casi siempre autores que se han vuelto amigos, o que ya lo eran y ahora el lazo es mayor.

Hemos visto cómo Batista ha cultivado canciones desde el ejercicio de la musicalización que, como un reto, le puso Zamora. Se ha sumado una artesana que ya no puede faltar, la tejedora Marlene Zayas, que hace casi dos años entrega una obra hecha con la técnica del amigurumi para regalar a los invitados, y hasta ha ampliado su línea, pues últimamente lleva plumas preciosas que cumplen la función de marcadores de libros. Más de un invitado ha confirmado que, de verdad, son amuletos y les han propiciado hermosos momentos.

Para la celebración de estos cinco años, Evelin volvió como invitada, en esa suerte de ciclo, y obsequió maravillas: desde pequeños fragmentos de su estancia en Chile hasta su más reciente libro impreso, la novela Un emperador en el Caribe, finalista en el concurso internacional Altazor. Además, mostró su nuevo perfil de narradora oral, algo que está practicando como una manera de mantener la atención del espectador, ya que considera que la lectura de manera pasiva no va tanto con el dinamismo de la vida en la actualidad.

Pienso que sigue siendo un espacio necesario. Considero atinado que el nuevo equipo que lidera el Centro del Libro mantenga aquellas conquistas del anterior, que siga defendiendo y confiando en los proyectos de los escritores, y que escritores como Zamora, junto a Batista y su amiga y cómplice Evelin, no se hayan acomodado en el espacio, pues siguen aportando, elevando sus propias metas y enriqueciendo la experiencia del público, que sabe que dos viernes al mes, en la librería Ateneo Vietnam, hay una peña que es un remanso con sonrisa.

Sóngoro cosongo es un espacio con alma, construido con pasión y compromiso por quienes lo sostienen y enriquecen.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: De la autora