Oda a la alegría
Qué si no el realismo mágico para entender la escena de ayer en la sede de la Orquesta Sinfónica de Camagüey. Cientos de personas sudorosas, con una mala noche a cuestas, allí estaban con el vestuario refinado y el ángel de la música dispuesto a tocar el ánimo.
“Gran lluvia de orquestas” nombraría Lídice Cruzata esa jornada de conciertos por la cultura cubana, que aglutinó en el mismo espacio a cuatro agrupaciones conformadas por estudiantes, profesionales o ambos.
El espíritu de selección del repertorio anduvo por la cuerda de himnos universales, la mayoría, dialogantes, de resistencia con la época en que fueron compuestos, y con una capacidad tremenda hoy para llevar al equilibrio de la mente y el cuerpo a pesar de las angustias de la vida cotidiana.
Abrieron los niños de la Escuela Vocacional de Arte (EVA) Luis Casas Romero, dirigidos por la maestra Susana Pérez Williams, con el Himno a la alegría, sección más popular de la Novena sinfonía de Ludwing van Beethoven.
Antes de continuar con alumnos más grandes del mismo centro de nivel elemental, la profesora Susana comentó las ventajas de la orquesta como parte de la asignatura Práctica de conjunto.
Esa ejecución en colectivo mejora la lectura musical, desarrolla el oído y la habilidad para tocar algo diferente. Más tarde, la musicógrafa Verónica Fernández confirmaría esas bondades al elogiar la calidad de la interpretación, incluso de los pequeños que apenas han cogido el instrumento, quizá dos años.
Luego de la exhortación beethoveniana inicial a entonar lo agradable, el segundo grupo de la EVA regalaría Las estaciones de Vivaldi. El sonido conectaría diferentes estados de ánimo y sentimientos para situar en esa emoción que logra la música con su intangible belleza.
Continuó la orquesta del Conservatorio de Música José White, liderada por Eduardo Campo, aunque ejecutó el Primer movimiento de la Sinfonía inconclusa de Schubert bajo el mando de Dailenis Cruzata, discípula de Guido López-Gavilán en la Universidad de las Artes ISA.
Esta pieza tiene un halo de misterio, pues el público la conoció casi cuarenta años después de la muerte del compositor. Schubert, luego de los compases introductorios, estimula con la dulzura de su canto el primor de escuchar.
La tercera agrupación representó a la filial del ISA con Finlandia, poema sinfónico de Sibelius, retrato de su país natal con melodías evocadoras del paisaje y también de su lucha por la libertad.
Según Lídice Cruzata, profesora de esa universidad, profundizan en la asignatura Repertorio orquestal, durante la semana mensual de clases, sobre todo quienes viven en otras provincias del oriente de Cuba. Del claustro se integran la clarinetista Yaquelín Pancorbo y el concertino Manuel Señarís.
A la anfitriona Sinfónica de Camagüey correspondió la clausura, bajo la batuta de su directora Lídice, con un popurrí de obras de José Marín Varona, figura enaltecida aquí, en su tierra, por sus virtudes e identidad desde los registros de la música popular y la de concierto.
Javier del Toro fue el maestro de ceremonia y Verónica Fernández, una locuaz entrevistadora de los directores, en una conversación brevísima pero suficiente para seguir la ruta de cada proyecto.
Como parte del recuento ofreció datos del siglo XIX y XX como antecedentes o intentos de fundación de una Sinfónica sólida, algo concretado en 1961 por Jorge Luis Betancourt. Así lo confirmaron con su testimonio la hija Miriam Betancourt y los músicos Roberto Campos y Pablo Vázquez, actual director de la Orquesta de Cámara Juan Ramón Orol.
La musicógrafa relacionó ese “maratón” con una muestra de cuánto ha hecho la cultura cubana por el desarrollo sinfónico y en particular en la provincia: “Hoy tenemos cuatro orquestas sinfónicas”.
Esta jornada comenzó el 12 de octubre en la sede de la Banda Provincial de Conciertos e incluyó presentación en la galería Larios, espacio habitual para la Orquesta de Cámara.
Fue apoyada por el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos y el sistema de la enseñanza artística garantizó la participación de los alumnos implicados de los niveles elemental, medio y superior, en escuelas con carácter regional y matrícula de casi toda Cuba.
Ojalá esta lluvia favorezca la convergencia continua de tanto talento, por lo que representa para el desarrollo de los artistas y del público, por todo lo bueno que en ese intercambio de vibraciones somos capaces de transmitir.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante