No soy culpable, confiesa Nazario Salazar 45 años después
Por los entornos de 1976 ya Nazario Salazar Martínez, natural de la barriada de La Vigía en esta ciudad, estaba amasando barro y como cómplice en una búsqueda alfarera por hallar la técnica perdida cien años antes de cómo hacer tinajones
– Han pasado 45 años desde entonces, le recordé en aquella mañana de charla a la sombra selvosa de su patio arbolado al centro de la ciudad. ¿Has hojeado esta historia?
– Hace un gesto indefinido. “A veces me sorprende como pasa todo”. Dice y hace memoria porque 45 años no se repasan de golpe. ¡Cómo cambia todo!. Entonces, Nazario se remonta a sus primeros esfuerzos en la alfarera Azorin, que era una fábrica de alta producción donde se hacían piezas de barro de todo tipo. Su coincidencia con Oscar Lasseria, sin dudas otro enajenado ceramista con la cabeza como él llena de sueños.
– ¿Será este el principio del principio?
– Él y yo trabajamos en el Instituto Nacional de la Industria Turística como diseñadores, decoradores y hasta pintores de ese organismo que tenía numerosos cabarets y centros recreativos. Se inventaba mucho para hacer atractivo esas instalaciones y sus escenarios, porque cada día había menos recursos. Entonces dijimos; si somos artistas plásticos vamos a empezar a pintar grandes cuadros ambientados con cerámica. Como con la cerámica habíamos hecho algo en la Escuela de Instructores de Artes donde tuvimos contacto con diferentes artistas, pues nos dimos a la tarea. que en ese momento era muy importante para los dos.
“En Azorin, íbamos a hacer los murales aprovechando sus hornos, solo que en ese momento no dipodia atendernos porque estaban haciendo una gran cantidad de ladrillos refractarios para los hornos de los centrales azucareros. Comenzamos a dar vueltas buscando dónde poder hacer posible nuestra idea. Fuimos a dar a Industrias Locales, que fue donde hallamos a Miguel Báez y Manolo Barrrero, dos viejos alfareros de mucha tradición que tenían un tallercito en el reparto Simoni. Allí nos asomamos a la verdadera alfarería porque ellos estaban luchando por hallar la fórmula para hacer grandes tinajones camagüeyanos. Eso nos atrajo”.
Luego de esta entrevista, hojeando periódicos de la década a la que se refiere Nazario, encuentro reportajes publicados en aquellos momentos, pues la prensa encontró atractivo el tema de esa búsqueda de la clave perdida de cómo hacer grandes tinajones. Los lectores te decían, pero bueno, si el tinajón es parte de la cultura camagüeyana, ¿cómo es que nadie sabe ahora hacer tinajones?. Pues en el Camagüey de 1970 nadie se acordaba de cómo hacer un tinajón.
“Te digo que Industrias Locales y Miguel estaban metidos en aquel proyecto con mucho interés. No sé cuánto barro amasaron y cuantas pruebas hicieron hasta que finalmente aquello se logró. A Miguel le ayudó mucha gente, pero lo más importante es que en su taller lograron mezclar el barro que utilizaba Azorín para sus productos, la arcilla caolonítica, con el barro criollo, o sea dos tipos de barros hicieron posibles estos tinajones del siglo XX. Ese éxito fue un paso adelante en la alfarería de la ciudad porque además, a partir de allí surge la idea de armar un equipo de mujeres a las que se prepara para hacer estos tinajones, cosa que se realizó con éxito. Paralelo a lo que estaba sucediendo se impulsó una nueva corriente en el barro. Un nuevo movimiento de artesanía.
– ¿Se origina un movimiento artístico en la alfarería camagüeyana?
– No, no tanto. Los grandes movimientos artísticos no surgen por el impulso de una sola persona. Llegan por la influencia de antecedente de varios artistas. Por la coincidencia de estilos. Una sola persona no lo hace.
– ¿Entonces cuál fue el papel de ustedes, jóvenes artistas, en esta parte de la historia?
– Pues mira. Esto resultó una sorpresa pues cuando nosotros llegamos se producen dos eventos importantes; la fabricación de tinajones y la intervención nuestra para realizar utensilios de barro de otro tipo a partir de piezas utilitarias comunes. Oscar y yo, que habíamos ido a hacer grandes murales, vimos como cosa mágica a aquellos alfareros que del barro sacaban figuras de adorno, jarras, tinajas, de todo. Entonces, comenzamos también a hacer nuestras piezas, pero a nuestra manera.
– Desde entonces ambos dejan los murales y se encaminan a la alfarería artística.
– Es así, pero lo interesante es que cada uno tiene su huella artística. Sin copiarnos hicimos una incursión en algo que no era común en Camagüey, o sea partimos de la cerámica utilitaria y la convertimos en arte. Oscar con sus piezas de tendencia latinaomericanista y yo muy apegado a la alfarería camagüeyana.
Por estos años a donde nos lleva el entrevistado en sus revelaciones se establece en el 1976 el Poder Popular, año en que Nazario presenta un proyecto que halla inmediato apoyo; el Taller Experimental Artístico de Cultura. Intención que impulsa la elaboración de este tipo de cerámica que debido a la novedad y atractiva figura crea una especie de bum al que se le nombra Movimiento de la Nueva Cerámica Camagüeyana. Luego vendrán salas de exposiciones, premios y reconocimientos dentro y fuera del país, incluyendo el Simposio Internacional de Cerámica en el 2012
– Dices que los grandes movimientos artísticos surgen a partir de un conjunto de obras que influyen en el quehacer del artista, pero es innegable que el impulso que has dado a esta moderna escuela de cerámica tiene numerosos seguidores..
– La creación de esta Escuela tiene tres grandes momentos. El primero fue cuando se realizó el taller de Cerámica Artística de Cultural, época en que estimulados por la nueva onda los numerosos alfareros de Camagüey que realizaban piezas utilitarias necesarias a la población dejaron de hacerlas para fabricar cosas no siempre artísticas. Tuvimos después los Simposio de Cerámica Internacional destacándose Camagüey con su cerámica artística calada, y el tercer gran momento fue cuando logré instalar mi taller. Pero no me considero creador de un nuevo movimiento.
– ¿Podrías considerar aquí tu principal satisfacción?
– Satisfecho de haber llevado nuestra arcilla roja a obra de arte. Camagüey respira barro. Me apoyo en esa realidad y hago que la gente se acerque a nuestra cerámica calada. No es que yo la haya inventado. No, definitivamente no fue mi creación. pues esa técnica se ha realizado durante siglos, pero nunca en Cuba.
Nazario, que no es solo ceramista, ha escrito importantes páginas en la Cultura del Camagüey donde es difícil abordar este tema sin tenerle en cuenta. Nuestro artista emérito es pintor con obras internacionalmente reconocidas, exposiciones permanentes en museos de Europa, experimentado diseñador gráfico, consumado pedagogo y escenógrafo, donde como se recordará hizo sus primeras armas.
– ¿Cómo ves tu obra a la altura de todos estos años?
– Por ahora estoy con mis 80 años. Sin miedo, mirando el deseo del arte como lo veía ayer. Con muchas ganas de hacer cosas nuevas y como siempre imbuido de aportes al trabajo social.
– A propósito., ¿Consideras este trabajo comunitario que realizas como una nueva página en tu vida?
– Mas bien una continuación de lo que siempre he hecho. Enseñar. La educación debe valerse de todos los recursos y he colocado el arte a este servicio. Tengo en funciones dos proyectos; el Barro de mi Barrio a partir de la cerámica y el socio cultural Colibrí, especializado en el arte miniaturista, pero que ya es todo un conjunto de la plástica en sentido generas. Este marcha, en coordinación con la Sociedad Cultural José Martí. Con ellos pudimos realizar el sueño de exponer en el Memorial José Martí 387 piezas de 127 artistas de todo el país.
“Aprovecho y te doy la noticia de que para diciembre organizamos la Bienal de Arte Miniaturista que todos los años se realiza en Guáimaro. En ese municipio vamos a conmemorar el 45 aniversario del Movimiento de la Nueva Cerámica Camagüeyana”.
Por Eduardo Labrada Rodríguez/ Adelante
Foto: Leandro Pérez Pérez/ Adelante