Nace peña infantil Fábrica de Cuentos
Mira que los escritores inventan. Ocurrírsele nombrar una peña infantil Fábrica de Cuentos. Suena a disparate ubicar en el lugar de los procesos mecánicos y repetitivos la creación literaria. Un autor aspira a la originalidad en cada obra. Con esa hipótesis en mente nos fuimos a ver nacer este espacio de Evelin Queipo y Jesús Zamora.
Inmediatamente a la bienvenida, la anfitriona presentó a la actriz Reina Ayala, invitada con el encargo inicial de enseñar ejercicios del oficio teatral. Habló de dos. Primero, cómo expresar con el rostro la tristeza y después, la alegría aunque ya con otros movimientos del cuerpo. Niños y adultos nos vimos juntos con la clave del “sí mágico” para mostrarnos como en nuestro día más feliz.
Iba cambiando de idea acerca de la propuesta. La manera natural de fluir la participación de grandes y pequeños ganaba, desde el silencio, nuestro aplauso por una razón. Cada paso dado para involucrar a la familia y la respuesta inmediata de esa colaboración favorece, indiscutiblemente, la confianza y la entrega de los pequeños ante las motivaciones de anfitriones y artistas invitados.
De repente, casi sin darnos cuenta, Evelin puso el siguiente reto: representar un personaje de la historia del Capitán Plin, según el dibujo del juego de cartas repartido al azar. Por supuesto, nos enrolamos en la aventura en esa suerte de Isla del Coco. Todo un éxito la pose, y sin ensayo previo.
De ahí, Reina, en su brillante faceta de narradora oral, relató de la astuta liebre que disfrazada se dio el gusto de ir a la fiesta de los animales con cuernos, pero cuando la descubrieron, ay, cuando la descubrieron… bueno, para enterarse del final y de la moraleja deben escuchar a Reina. Habrá oportunidad. Ella se declaró fan de la peña, por tanto, es probable encontrarla en la edición de septiembre. Seguro no se negará a complacer la petición del público.
Luego la diversión tomó el rumbo de los trabalenguas y un poco más tarde, el de las adivinanzas relacionadas con la fauna cubana. Ninguna pregunta quedó sin responder en torno al manatí, el comején, la bibijagua, la cartacuba y el tocororo. En un intermedio, Jesús Zamora recitó su poema Abanico de plumas, todo un paisaje con hermosas especies publicado en formato de minilibro por la Editorial Ácana y prácticamente agotado. Minutos después compartió versos de un proyecto de libro para niños.
El tiempo pasó como un suspiro. Ya estábamos en el colofón. Con gestos y palabras tocó ayudar a Reina a construir el cuento dedicado a la primera vez que el hombre tomó café. También hubo como tesoro escondido libros para dibujar y leer. Llegó así el cierre.
No podíamos estar más equivocados con aquella estrecha visión de una peña por la primera impresión de su nombre. Fábrica de Cuentos tiene lo útil y lo justo, desde esa fase de trabajo anticipado para no llegar a improvisar con meros juegos ni caer por el facilismo en el horror de subestimar la inteligencia del público meta.
El espacio tendrá de repetitivo la frecuencia mensual, el segundo sábado en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Camagüey, pero estamos seguros que cada edición será cajita de sorpresas con material didáctico producido por editoriales cubanas, con la generosidad de fomentar la cultura y la capacidad para reafirmar la literatura y su promoción como un ámbito de realización humana, con experiencias de intercambio y disfrute perdurable desde la infancia y a través del tiempo.
Por Yanetsy León González/Adelante