Mente positiva por la ciudad
La ciudad y los planes con ella son variables de una ecuación que la Oficina del Historiador de Camagüey ayuda a resolver, pero no puede sola. En el ir y venir de proyectos, de consultas y de obras, ha resanado muros y ha intentado enfocar las miradas y el compromiso de personas y organismos con el bien común del espacio público.
Su director, José Rodríguez Barreras, cuenta a Adelante.cu de logros y metas, a pesar de la COVID-19.
“En 2020, los sueños tuvieron que aplazarse. Aprovechamos el tiempo para perfilarlos, con la labor de formación de los jóvenes para buscar mejores ideas en función de espacios públicos más inclusivos, para la comunicación del patrimonio con el uso de las nuevas tecnologías, y para la oportunidad del ciudadano de opinar, porque quien hace perdurar la ciudad es el habitante”.
—Pero la Oficina nunca se cruza de brazos, ¿hasta dónde llegó con el Museo Ferroviario?
—Las obras de restauración son costosas. El año pasado nos limitaron situaciones de recursos materiales y financieros. En el caso del Museo Ferroviario se trabaja en una nueva área expositiva con máquinas contemporáneas, tenemos la tecnología y aspiramos a abrirlo en este 2021.
“La calle Independencia es otra obra abarcadora. También seguimos saldando la vieja deuda con el Cementerio General de Camagüey. Su importante repertorio funerario es expresión de la ciudad. Pretendemos concretar dos exponentes: hacer justicia con los mártires de 1851, con una propuesta de panteón para Joaquín de Agüero y sus compañeros; y lograr un Centro de Interpretación de Cementerio para recorridos temáticos, con especial deferencia hacia la figura de Ignacio Agramonte, posibilitado por las últimas investigaciones realizadas y aún en curso para esclarecer qué sucedió con sus restos”.
—Agramonte ha marcado el paso de la institución, desde la ruta de El Mayor, que permitió empezar a recuperar sitios y edificaciones. ¿Por qué?
—Los principales sitios históricos relacionados con él siempre recibirán la atención merecida. Me refiero a su casa natal, al parque, a la Quinta Simoni, al Potrero de Jimaguayú y a la Plaza de San Juan de Dios. Tenemos pendientes temas constructivos con la Plaza de la Revolución. En otro orden, ya está lista la tercera edición del libro Ignacio Agramonte y el combate de Jimaguayú de nuestro sello editorial El Lugareño, una de las últimas contribuciones de Elda Cento. Cuando se presente también será un homenaje a ella.
—¿Cómo celebra la Oficina el cumpleaños 507 de una villa que pervive en el patrimonio cultural de la ciudad?
—Celebramos la fundación de la Villa con acciones en el ecosistema digital, como conciertos virtuales, y entregamos el Premio Alarife Público Fulgencio Arambula, por la obra de la vida. Prescindimos de nuestro Simposio porque consideramos más prudente que la gente se cuide.
“La pandemia crea incertidumbre, por la subsistencia misma de las personas. La situación hace cambiar las prioridades y se soslayan temas. Por ejemplo, el horario de carga y descarga para el Centro Histórico estaba regulado, pero ahora, cómo impedir el acceso en otro horario. En medio de tanta zozobra, sostener este trabajo requiere innovación, sensibilidad y constancia para que llegue el mensaje del patrimonio”.
Hoy no podemos caminar en las calles por placer, llevar a los niños a corretear al parque, buscar el viejo silencio de una plaza o conversar sin miedo a enfermar. La imposibilidad de disfrutar de la urbe por culpa de la pandemia activó la memoria afectiva de los habitantes.
Ojalá, entre tanta añoranza, sepamos corresponder con buenas prácticas por el bien que desde el 24 de febrero de 1997 hace esta institución en pos del civismo y el desarrollo de nuestra ciudad.
Por Yanetsy León González/Adelante