¡Llegó el San Juan!
Mucho antes del arribo del mes de junio comienzan los preparativos para las fiestas carnavalescas, una especie de fiebre colectiva identificada aquí como el San Juan camagüeyano.
El ensayo de congas y comparsas da fe de ello. ¿Quién no se ha sentido atraído con esta contagiosa música y ha echado un pie bajo el influjo de su ritmo afrocubano?
La percusión de sus tambores, el repiqueteo de los cencerros y el sonido agudo de las trompetas se adueña de barrios y calles como Matadero, Rosario, Palma, Cristo y El Jardín, por sólo citar algunos.
San Juan y fiesta de pueblo es una misma cosa, constituye una parte de su folclor.
Comienza el día 24 con la lectura del Bando por parte de la máxima autoridad del Gobierno local, y concluye el 29 con el entierro de San Pedro.
Resulta conmovedor el llanto de la viuda y hay que ver la cara de velorio de sus más allegados. Es el plato fuerte de miles de lugareños, quienes siguen en masa el cortejo fúnebre por las angostas calles de la ciudad.
Mención especial para el tradicional ajiaco camagüeyano, el cual se elabora y cocina en las calles el primer día de la fiesta para ser degustado por toda la familia.
Una característica muy original del San Juan es el adorno de las calles. Se produce una emulación y la iniciativa y creatividad de la población es determinante para elegir una ganadora.
Otros atractivos de estas fiestas populares son los paseos de carrozas, los monos viejos, las comidas tradicionales, el colorido de los vestuarios y los bailes populares.
Esto, a grandes rasgos, forma parte de la génesis del San Juan camagüeyano, cuyos inicios se remontan a la primera mitad del siglo XVIII, una tradición que se mantiene viva en los hijos de la antigua Villa.
Autor: Adelante Digital