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sábado, noviembre 23, 2024

La luz del viento

Freddys Núñez Estenoz no se hizo voleibolista, pero practica en la cancha de la opinión pública. Su pelota es su teatro. Lleva 21 años de fogueo con el grupo del Viento. Por eso, a esta altura del campeonato resulta poco probable que su obra quede en la red. Con el espectáculo reciente To´ Ta´ Bien, sarcástico como ese título, anota una victoria redonda.

Desde la reapertura del Complejo Cultural José Luis Tasende, viernes y sábados de julio y agosto atrajo a más de 2 500 espectadores, de los cuales, alrededor del 70 % son jóvenes. Una primera lectura a los números basta para confirmar la coherencia entre el público meta de la agrupación, y la disposición real de sentarse a recibir la puesta en escena.

En cambio, esos datos no contienen la relación precisa entre los seguidores del grupo, aquellos que marcaron pero no alcanzaron entradas, e incluso la cuenta de quienes compraron más de una vez o viajaron de otras provincias con ese propósito. En los últimos tiempos, Freddys ha concebido obras en espacios para pocas decenas. Cada función del verano admitió cerca de 70 personas. Tal vez a alguien le suene a embuste el cartel de “entradas agotadas” y la reiterada frase de “capacidad al tope”. Sin embargo, cualquier pensamiento malsano queda licuado por una aplastante verdad: Teatro del Viento es el único grupo de Camagüey con varios estrenos, con cola sin distinción de temporada y con la sala llena todo el año.

Este cartel armado con cajas de cartón funciona para la puesta en el primer piso. Con uno lumínico, la obra empezó a probarse en la salita del segundo nivel. La escenografía y el vestuario con recursos mínimos son otras de sus virtudes.

Este cartel armado con cajas de cartón funciona para la puesta en el primer piso. Con uno lumínico, la obra empezó a probarse en la salita del segundo nivel. La escenografía y el vestuario con recursos mínimos son otras de sus virtudes.

¿Por qué ha gustado tanto el dichoso To´ Ta´ Bien? El espectáculo dura poco más de una hora y media. Pone a cinco actrices y cinco actores en escena, y casi al final entra el director, el mismo y el único que se para en la puerta de su teatro, recoge las entradas y da la bienvenida con sus ojos puestos en los de cada espectador, como un detector de almas porque los cuerpos sin alma no ayudan a interpretar ni a transformar los dilemas económicos del cubano.

A través de la obra asesta con golpes limpios a la generación de treintañeros al ponerlos a escuchar y, nasobuco de por medio, a cantar las canciones de los muñes de su infancia y a revivir los arquetipos de su época. Eso también conmueve a los padres. Este dramaturgo y director sabe tocar las emociones de la gente. Estrujarla en el viaje de la vida cotidiana a la felicidad del tiempo mental, pero con esa travesía estimula la esperanza y la responsabilidad individual y colectiva de querer y tener un país mejor.

Algunas ideas pierden la fuerza por expresiones reiterativas. Siento larga la historia de los dos médicos, tanto parlamento despinta las desgarraduras de la pareja. Varios personajes y sus intérpretes de experiencia dejan más ganas de apreciarlos, aunque hasta en lo fugaz son una magnífica escuela para las alumnas de la Academia Vicentina de la Torre con roles en el espectáculo. El afán de presentar una obra tan actual como el día a día, por ejemplo, al sumar la problemática de las tiendas para comprar en dólares, es algo que encanta al oído, pero que no está resuelto dramatúrgicamente ni pulido en la actuación.

El líder de la agrupación es franco y mordaz. Dice lo que piensa en público y señala con arte las imperfecciones humanas. En su muro de Facebook y en la puerta del teatro agradece siempre los 10 CUP del bolsillo de cada espectador porque justiprecia la solvencia espiritual de los pesos ganados con honestidad.

Ahora le ha dado por promover el teatro como un artículo de primera necesidad. Y tiene razón en lo profundo de sus argumentos y en la piel de sus conflictos. Hoy viernes y mañana sábado serán las últimas funciones de To´ Ta´ Bien, por el reajuste territorial para el ahorro de energía eléctrica. Faltará como el jabón, el detergente, la pasta y el champú. Por suerte, su almacén de historias propias está lleno, tiene un equipo olímpico, y ya corrigió los tiros para otro estreno, cuando a inicios de julio abrió al público los ensayos de La familia vinagre. Con seguridad, Freddys Núñez Estenoz seguirá entrenando para dar el próximo remate… cuando se haga la luz.

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante