Jorge González Allué: las manos que siguen tocando
Con manos arrugadas y dedos flacos, a los 91 años, Jorge González Allué todavía acariciaba el piano con la misma pasión con la que lo hizo durante toda su vida. Para muchos jóvenes de hoy, su nombre es apenas un eco lejano, quizá solo asociado a su canción más famosa, Amorosa guajira, una obra que ha trascendido como símbolo de Camagüey. Sin embargo, detrás de ese legado musical, yace la figura de un hombre que dedicó su vida a la música y al amor, y que ahora, en el Festival Boleros de Oro, es recordado y celebrado.
La jornada de apertura del festival comenzó con una emotiva sesión teórica dedicada al compositor, cuyo vasto legado —cerca de 400 obras— sigue presente en los archivos de esta ciudad. La sesión transcurrió en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), principal impulsor del festival.
El investigador Oscar Viñas compartió su testimonio sobre cómo conoció a Allué en 1970, cuando realizaba un estudio sobre la radio cubana. Aquel primer encuentro, según Viñas, marcó el inicio de varias conversaciones que se plasmaron en un testimonio publicado por la Editorial Ácana. “Tuvo una vida dedicada al amor y al piano”, subrayó, mientras leía pasajes sobre los conciertos que Allué ofreció junto a Ernesto Lecuona.
Viñas también mencionó los importantes archivos que preservan su obra, como los de la Universidad de Camagüey y la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella, donde se encuentran numerosas partituras. Para culminar su intervención proyectó un video dirigido por Daniel Bellot, en el que se pudo ver a Allué interpretando Amorosa guajira al piano a sus 91 años, para luego ofrecer una breve audición con distintas versiones de su obra realizadas por la Orquesta de Música Moderna de Camagüey, en estilos como beguing, bolero, danzón, guaguancó, jazz, zapateo y rumba.
El homenaje continuó con la musicóloga Verónica Fernández, quien destacó que Allué fue uno de los primeros compositores en musicalizar los poemas de Nicolás Guillén, empezando en 1931 con el cuaderno Motivos de son. Fernández resaltó las 28 partituras de boleros que se conservan en la Biblioteca Provincial, algunas de ellas boleros puros y otros híbridos. “Le da al piano la oportunidad de lucirse, de no ser solo un acompañante, sino protagonista junto a la voz”, comentó. Fernández lamentó que los boleros de Allué aún no han sido grabados en una producción discográfica, aunque algunos han sido interpretados por grandes voces como Elena Burke, quien inmortalizó Para dártelo a ti.
Luego de una pequeña demostración de estudiantes del Conservatorio de Música José White, quienes participarán en una de las galas de homenaje, el conversatorio enfocó la historia del bolero en Camagüey y su papel en la música cubana. Reinaldo Echemendía señaló que “a Camagüey lo que le faltó en la proyección bolerística fue la promoción de sus baluartes”. Sin embargo, fue categórico al definir el bolero como “la identidad representativa de la canción cubana”, y subrayó el rol clave de los tríos en la preservación del género.
Finalmente, la musicóloga María Teresa Betancourt rindió homenaje a su primo, Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música, con una semblanza en la que resaltó sus boleros Me hizo falta esta canción y María de mi alma. Betancourt concluyó con una reflexión sobre la trascendencia de la música cubana en el mundo y el reto que enfrentan las nuevas generaciones: “Así como hoy rendimos homenaje a un género, debemos estar preparados para volver, porque dentro de unos años será otro”.
El Festival Boleros de Oro continuará durante el fin de semana en el Teatro Avellaneda, con presentaciones el sábado a las 8:30 p.m. y el domingo a partir de las 5:00 p.m., además del esperado concurso de composición, que reafirma el compromiso de Camagüey con la preservación del bolero.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: De la autora
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