Gala en Camagüey dedicada al músico Jorge Luis Betancourt Caballero
Camagüey- El destino del músico cubano Jorge Luis Betancourt Caballero (1940-1992) sigue ligado al presagio del poema martiano Yugo y Estrella, y en particular a un verso desgarrador por lo rotundo de su verdad: “Todo el que lleva luz se queda solo”.
El Chapo, para sus íntimos, fue un negro del barrio marginado del Cristo, que al triunfo de la Revolución Cubana encontró mayor oportunidad para pulir el diamante de su talento y la excepcionalidad del oído melódico y armónico.
Estudió en la academia Raphols, en esta ciudad; en el conservatorio Alejandro García Caturla, y fue alumno de Manuel Duchesne Cuzán y de maestros de la Unión Soviética. Ya después, por su ejecutoria, se cuenta entre los primeros en recibir la Distinción por la Cultura Nacional.
Sin embargo, casi no hay datos públicos de la vida y la obra, salvo el nombre identificando el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos de Camagüey, y en notas de prensa mencionado como fundador de la Sinfónica. Tampoco se precisa que el primer concierto el 5 de enero de 1961 fue en la Plaza de San Juan de Dios.
En esa escasa información se habla del surgimiento de la agrupación a partir del nacimiento de la Sinfónica Nacional; del éxito por el II Acto del Lago de los Cisnes junto al Ballet de Camagüey; de su impulso a los Festivales “Luis Casas Romero” y “Ernesto Lecuona”; del disco con la Zarzuela Cecilia Valdés y una gira como saludo a la amistad Cuba-Unión Soviética en 1975.
Por eso, al conmemorarse ayer el aniversario 30 de su fallecimiento, el Ballet Folklórico de Camagüey intentó romper el silencio y emprender un rescate de ese olvido con una gala en el Teatro Principal.
Reinaldo Echemendía Estrada fue su discípulo como clarinetista de la Sinfónica, hizo una ofrenda con su compañía y el concurso del cuarteto de viento Tersonoro, las orquestas de cámara Juan Ramón Orol y Marbly, esta última con el acompañamiento de una pareja del Ballet Contemporáneo de Camagüey.
Salió al escenario en diferentes momentos con un discurso enaltecedor de los méritos, con una profusa lista de iniciativas y hechos, significativos entonces y ahora para el escenario cultural del Camagüey.
Jorge Luis Betancourt Caballero participó en la fundación de la Dirección de Cultura y también creó y dirigió el Coro Profesional de Camagüey. Conllevó al surgimiento de la compañía lírica Luis Casas Romero. Presidió la filial de música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Por su capacidad de convocatoria reunió las sinfónicas de Oriente y Camagüey con los Coros Orfeón, Madrigalista y de Camagüey. Con él, Cuba interpretó por primera vez la Carmina Burana de Carl Off, en Santiago, Camagüey y La Habana. Autores cubanos y latinoamericanos estrenaron sus obras aquí.
Invitó a la mayoría de los directores de orquestas sinfónica, de cámara, ópera, zarzuela y bandas musicales importantes. A su llamado respondieron Leo Brouwer, Frank Fernández, Orestes y José Urfé, Juan Jorge Junco, Evelio y Cecilio Tieles, Rafael y Jesús Ortega, Harold Gramatges, Argeliers León, María Teresa Linares, Alina Sánchez, Linda Mirabal, Nancy Casanova, Pura Ortiz, Hugo Marcos, Armando Calzadilla, entre otros renombrados.
Además generó el Simposio de Musicología Odilio Urfé, el Concurso de Jóvenes Directores de Orquesta Enrique González Mantici, el Encuentro Inter-Solista de Orquestas Sinfónicas.
Pionero en los conciertos didácticos en la formación de niños y jóvenes, contó Echemendía: “Él creó un sistema de señales por luces en una pizarra, que le indicaba a los niños por qué parte de la obra iban las ejecuciones, y ellos mismos respondían y participaban de manera amena y activa, mientras a su vez aprendían de las formas y estructuras componentes de la música sinfónica”.
Puso su genialidad al servicio de todos, pero encontró resistencia, trabas burocráticas y hasta prejuicios porque su faceta de trompetista en carnavales de pueblos, era una manera de sustento.
Jorge Luis Betancourt compuso poco. Echemendía mencionó Al Mayor, una obra para orquesta sinfónica; y el bolero Hoy yo sería feliz, interpretado anoche por el Ballet Folklórico de Camagüey.
Anoche, en el “Principal” estaba parte de la familia Betancourt y Emilia Díaz, quien dirigió hasta hace poco el Coro Profesional. De sus discípulos, subieron al escenario, tres integrantes de la Orquesta de Cámara: María Pérez, Roberto Campos y Pablo Vázquez, actual director quien fue uno de los concertinos de la Sinfónica bajo la batuta de Betancourt.
Echemendía concibió el espectáculo con la estructura poético-musical de un rondó, mas la ceremonia de recuerdo tocó el pentagrama espiritual del réquiem por un artista que sembró bueno y mucho, sin embargo, en cuanto a memoria y gratitud, el tiempo para él solo ha recogido mala cosecha.
El teatro estaba casi vacío, no ya porque los jueves no son habituales las funciones; pero que la Sinfónica no acudiera ni en calidad de público; que no fuera ni un funcionario del Centro Provincial de la Música ni siquiera de la Dirección Provincial de Cultural activa todas las alarmas por la incongruencia con la propia política cultural de la Revolución.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Adrián Juan Espinosa/ BFC