Festival Teatrino con alas y raíz de niños
Es tan hermosa la manera en que los niños se conocen y se apoyan, mientras los adultos perdemos esa capacidad de la empatía. Cuando nos vestimos de poses y elegimos el baile de los egos, enfermamos de vanidad y ese mal, hasta ahora, es incurable, a no ser que volvamos al niño.
Empiezo reflexionando sobre esto por las experiencias sanadoras de la edición XII del Festival Teatrino, desarrollada del 20 al 23 de marzo. Nos recordó que existen las salas de teatro como un bien público. Lamentablemente las familias no encontramos desde hace tiempo una cartelera sistemática en la ciudad de Camagüey, como para convertirnos en público habitual.
El evento impulsado por la compañía teatral danzaria La Andariega nos llenó de esperanzas al mostrar esos ya raros casos de grupos y personas que en diferentes ciudades y pueblitos hacen y piensan en los niños, desde el nunca bien ponderado movimiento de aficionados.
También permitió abrazar a quienes desde el llamado movimiento de artistas profesionales miran y atienden la infancia y la adolescencia con imaginación, belleza y amor. Esas emociones fluyen de la escena al espectador porque son verdaderas.
Este año participaron dos agrupaciones extranjeras, Paquini y Equipo Fénix, de México. Trajeron historias que marcan de manera desgarradora y dramática sus vidas, pero las cuentan con sus colores y su manera de ser. Van creciendo con la capacidad estimulada de identificar problemas que afectan su identidad cultural y además crecen con el camino dibujado con alas para defender la raíz.
Había que ver a los niños mexicanos atentos, educados y participativos a pesar del calor, los apagones, la sed y los repentinos aguaceros. Una madre y un padre que no pudieron viajar con sus hijos, agradecieron a través de las redes sociales por la hospitalidad y las lecciones. Volverán a casa con vivencias y un sentido de los niños cubanos y de una cultura de gente que aún sonríe, repleta los teatros y agradece a los artistas.
Estos días de convivencia ayudan a comprender y enseñan a respetar las culturas diferentes a la nuestra, clave para el equilibrio del mundo. Si bien ha de reconocerse la labor de los maestros e instructores, también merecen elogio madres, padres y familiares en general que apoyan el crecimiento y la expresión plena de sus niños, imaginar historias y plantear escenarios mientras crecen jugando. Como escribió en Facebook una madre mexicana, para que los niños no se les escapen de entre los dedos, y desarrollen la capacidad de imaginar historias y plantear escenarios mientras crecen jugando.
Del intercambio entre los participantes quedaron como acuerdo retomar el concurso de textos para llevar a escena, incentivar la escritura de obras para adolescentes y convocar a un taller de dramaturgia porque, como señaló Niurki Pérez, el problema nunca es el tema, sino el tratamiento en cuanto a la experiencia lingüística de los niños.
De los diferentes territorios (La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Las Tunas, Manzanillo, México) agradecieron el no sentirse opacados. Uno de los directores de compañías puso énfasis en ese malestar que sí provocan otros circuitos de las artes escénicas de supremacía “de academia” y con categoría “profesional”. Además destacaron la oportunidad de conocerse más allá de la situación del hecho artístico; la vocación de la amistad entre los niños de los diferentes grupos, como herencia más allá de lo coyuntural de esta edición, sino como fruto de años precedentes; y la estrategia de programación porque al no hacer coincidir el horario de los espectáculos, todos pudieran ver las obras de todos.
No sé qué opinan ustedes, pero para mí el Festival Teatrino debería durar el año entero. Como periodista intenté seguirlo paso a paso. Como madre me dio la oportunidad que pocas veces tengo de compartir con mi hija mientras trabajo. Pudimos andar plenamente conectadas y motivadas por la escena. Hemos sido felices. No podemos menos que aspirar a la permanencia y a la expansión de este puente del abrazo tendido por La Andariega que este 23 de marzo ha cumplido 28 años. ¡Felicidades! ¡Y muchísimas gracias!
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Alejandro Rodríguez Rodríguez/ Adelante