El riesgo de dar la palabra a los artistas
Artistas camagüeyanos de la plástica hablaron con franqueza en el espacio propiciado por el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en esta ciudad para enriquecer su estrategia de promoción y comercialización.
Esa empresa no llegará lejos si no cuenta entre los principales aliados con los productores ideales para ella, quienes en la realidad son artesanos y artistas inscritos en el Registro Nacional del Creador.
A lo largo de su historia, el FCBC se ha vuelto impopular por los impuestos que dejaban poco margen de ganancia y hasta desconocían el esfuerzo de quienes ponen manos, talento y oficio a una obra patrimonial.
En variadas reuniones, los artistas de la plástica han expresado inconformidad por caer en el mismo saco de los artesanos, no con ánimo de superioridad sino por sentirse diferentes y aspirar a otras consideraciones de cara al mercado.
A los efectos del papeleo, los artistas son trabajadores por cuenta propia, una categoría que consideran denigrante y que implica la obligatoriedad de la contribución tributaria, algo por lo que no pasa un artista extranjero.
Entre promesas, burocratismos y vaivenes de la economía cubana, se fue sedimentando un malestar que el FCBC intenta curar en un escenario favorecido por la flexibilización estatal para las oportunidades de negocio.
“Cualquier idea es buena para sacarnos del agujero”, dijo Joel Jover con pesadumbre, después de señalar muros en La Habana que hacen inalcanzables las opciones de visibilidad nacional e internacional a los creadores en provincias.
La justificación de esa inequidad ha operado a nivel discursivo con la supuesta mentalidad de aldeanismo, aunque existe una relación de disparidad real entre la periferia y el epicentro de la capital como ombligo de la nación.
Jorge Luis Santana apuntó a la desventaja de que los especialistas ya no viajen a los territorios en función de proyectos curatoriales o de invitaciones a la Bienal de La Habana; y de la importancia de solucionar en la localidad todo lo que esté a su alcance: “Las instituciones se parecen a las personas que las dirigen”.
Como lo cortés no quita lo valiente, el FCBC se propone fomentar el coleccionismo institucional, incentivar el comercio electrónico, captar moneda libremente convertible en las cadenas de tiendas, desarrollar expoventas en polos turísticos y subastas en galería.
En febrero puso en marcha la venta de lampistería y muebles en la tienda El Encanto, con la intención de incorporar otros productos, entre ellos reproducciones de artes plásticas, algo que disparó las alarmas.
“Tenemos un competidor muy fuerte que es la gráfica. A veces vale más que un original. Si el FCBC recibe como arte las reproducciones de nada vale que los artistas nos esforcemos”, enfatizó Oscar Lasseria.
Pero una cosa son los ítems en diapositivas y otra los viejos asuntos por resolver, como el aseguramiento de embalaje y trámites asumidos por los artistas como principales interesados y dolientes de las piezas.
Ileana Sánchez contó de malos tratos en una sucursal bancaria y de perjuicios a una obra suya con destino a Estados Unidos, por procedimientos inadecuados de la entidad encargada del envío: “A los artistas de provincia no nos respetan”.
Ella, que dirigió la filial del FCBC, afirmó que en esa empresa “la pirámide está invertida, son más importantes los artesanos que los artistas. Está diseñada para los artesanos. Que se cree algo específico para los artistas”.
No obstante, los invitados reconocieron el impulso de la filial cada vez con más alternativas en pos del mercado que beneficie a todas las partes, y de acortar procesos; por ejemplo, pone a disposición una variante para galería-taller, para la que hasta ahora solo retiene el 10 por ciento de la venta.
También los números ilustran un mayor acercamiento. En 2020 comercializó 353 obras; y desde inicios del 2021, varios artistas llegaron con obras para ofertar en la Galería Amalia.
El intercambio duró alrededor de dos horas y los planteamientos sobrepasaron el objetivo de la reunión porque atañen a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y a otras organizaciones e instituciones.
La empresa sabía el riesgo de escuchar más de lo que esperaba porque los artistas no callan lo que piensan, sin embargo, las instituciones estatales de Cuba están para escuchar, sumar ideas, canalizar inquietudes y buscar la solución de los problemas.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: FCBC Camagüey