Criterios para inscribir a Camagüey en la lista del Patrimonio Mundial
El Centro Histórico de Camagüey comprende las zonas más antiguas de la ciudad, en él se encuentra la síntesis y sedimento de las diversas expresiones de las culturas anteriores y de las diferentes etapas de la evolución de la misma, nacida como parte de las primeras fundaciones españolas en el siglo XVI en el Caribe, con el nombre de Santa María del Puerto del Príncipe.
En el núcleo urbano más antiguo de la villa, encontramos una imagen impregnada desde sus orígenes de un especial e irregular trazado urbano, donde sus sinuosas calles y sus sorprendentes plazas y plazuelas multiformes, configuran una caprichosa trama sobre la que se erigen vernáculas construcciones civiles y domésticas con la impronta que la evolución, en el transcurso de los años, dejó en un conjunto edilicio donde sobresalen como importantes hitos, magníficos exponentes de carácter religioso, que se conjugan en un todo unitario y homogéneo pero diverso y coherente, de alto valor ambiental, complementado con elementos arquitectónicos singulares que le imprimen un carácter muy propio, un rico patrimonio intangible, lleno de leyendas, tradiciones y costumbres vivas y un notable desarrollo cultural.
En la categoría de Centro Histórico Urbano, Camagüey fue inscrita a partir de los criterios IV y V.
IV. Un ejemplo excepcional de un conjunto arquitectónico que ilustra un período histórico significativo.
El Bien propuesto nos muestra un conjunto urbano-arquitectónico de gran calidad en el que se advierte como peculiaridades: un repertorio religioso estructurador, un trazado urbano irregular, el enclave geográfico en una planicie, y la yuxtaposición de estilos arquitectónicos desde la colonia hasta nuestros días, que conviven en perfecta armonía y junto a los elementos del patrimonio intangible marcan su identidad, todas ellos, expresión de su devenir histórico.
Un importante repertorio religioso de carácter vernáculo con bienes muebles singulares y buen estado de conservación, organiza el sistema de plazas principales, estructuradas en un esquema fundacional subyacente de barrios o feligresías, propios de la ciudad cristiana hispánica.
En una topografía llana y bajo perfil de la ciudad, se destacan las iglesias por la silueta de sus torres y cúpulas, que permiten considerarlas como edificios singulares de carácter monumental.
Este conjunto de edificaciones religiosas, digno de ser preservado para las futuras generaciones, encierra importantes valores arquitectónicos, históricos, artísticos y simbólicos que conjuntamente con las plazas y plazuelas y el trazado urbano irregular, generan interesantes visuales donde la iglesia se percibe como verdadero hito en el entorno.
En el repertorio civil y doméstico se conjugan meritorios exponentes en los que se identifican las influencias estilísticas que fueron llegando a la ciudad en diferentes etapas de su evolución, permeados por el gusto rústico y sobrio que imprimía la base agrícola y ganadera a su población; desde la etapa colonial, de la que quedan exponentes muy bien conservados, hasta ejemplos de edificios que bajo los códigos del Neoclasicismo, Eclecticismo, Neocolonial, Art. Decó, e incluso ejemplos puntuales de influencias Art. Nouveau y Racionalista, matizan la expresión arquitectónica del Bien.
La yuxtaposición de estilos bajo el respeto de las invariantes urbanas comunes en todas las épocas, alineaciones, alturas, medianerías, volumetría, va conformando el sistema habitacional como telón de fondo y un plano de fachada ondulante o quebrado que se adaptado a la forma de la manzana, y que han otorgado una fuerte unidad y armonía al conjunto dentro de la diversidad de estilos.
Elementos tipológico-arquitectónicos nacidos en Camagüey como la pilastra truncada o el genuino alero de tornapunta, además de los arcos carpanel, los pretiles lisos o calados y las amplias ventanas voladas de madera o rejas muy elaboradas imprimen al conjunto un sello muy particular en el exterior; mientras que las galerías o colgadizos, los techos de madera, las decoraciones sencillas y la profusión de arcos divisorios de los espacios nobles de la casa, son únicos en Cuba.
Las técnicas constructivas que se ponen de manifiesto en sus edificaciones y el aprovechamiento del barro en la elaboración de ladrillos, tejas, losas de piso, etc., el tercio y la cal a favor de reproducir los elementos decorativos, de diseño y expresión formal, la madera de los diferentes tipos de techos y los tejados de cubierta, caracterizan el repertorio construido del Bien y reflejan las notorias influencias mudéjares trasladadas por los primeros alarifes y maestros de obra a nuestra arquitectura colonial y que de forma muy tradicionalista, se extienden hasta bien entrado el siglo XX.
V. Un ejemplo excepcional de un hábitat humano tradicional, representativo de una cultura y de su interacción con el medio ambiente.
El Centro Histórico de Camagüey, síntesis de la antigua villa de Puerto Príncipe, constituye un testimonio excepcional en Cuba y toda la región del Caribe de un modelo de desarrollo urbano colonial permeado de las influencias medievales europeas en el trazado de ciudades; mostrando una gran similitud con los modelos de las ciudades hispano-cristianas, en el que no se respetó un posible esquema inicial regular que se evidencia y de lo que solamente queda como testigo su Plaza Mayor rectangular y el trazado mas irregular de todas las primeras fundaciones sobre una trama ortogonal subyacente e imperceptible a simple vista, producida mediante la ocupación de los espacios libres que entre ellos mediaban y siguiendo el trazado que les indicaban las relaciones funcionales directas.
Después de su emplazamiento marítimo inicial, su posterior enclave a la orilla de un río, la villa de Puerto Príncipe establecida al centro de la actual provincia de Camagüey desde 1528, se extiende sobre una gran llanura, en su punto mas alto, flanqueada por los ríos Tínima y Hatibonico, que junto a justificaciones defensivas respondió a la necesidad de los conquistadores de encontrar terrenos fértiles a orillas de los ríos para fomentar la ganadería, los cultivos y en general una economía de subsistencia, todo lo cual condicionó el crecimiento urbano de la misma y la identidad de sus naturales.
La ausencia de un plano fundador, de ordenanzas urbanas y del control necesario, característico en algunas de estas primeras villas americanas en las que la aplicación de las Leyes de Indias marchó a la zaga de sus impulsos iniciales, marcan la irregularidad de Camagüey. A su vez el desarrollo de una economía próspera basada en el comercio de contrabando y la ganadería fundamentalmente, contribuyó al crecimiento urbano inicial de la villa, donde aparecían las iglesias y conventos como elementos estructuradotes e hitos en el contexto y como ejemplos de referencia dentro del arte construido llevado a cabo.
Las numerosas y multiformes plazas y plazuelas diseminadas en la geografía del Bien forman parte del sorprendente sistema de espacios públicos que lo estructuran e identifican.
El Centro Histórico de Camagüey conserva sus elevados valores ambientales y su particular cultura e identidad, orgullo de sus moradores, no obstante haber sido objeto de adecuaciones dentro de un proceso renovador, destacando la autenticidad de sus numerosas construcciones religiosas y civiles de reconocidas y bien logradas influencias estilísticas, integradas armónicamente al conjunto, constituido principalmente por el repertorio habitacional, cuyo alcance cultural y valores históricos, arquitectónicos y monumentales urbanos fueron retribuidos con la declaración como Monumento Nacional en el año 1978.
Información elaborada a partir del expediente presentado a la UNESCO por un equipo de expertos del Centro de Estudios para la Conservación (Universidad de Camagüey), de la Oficina del Historiador y de la Dirección Provincial de Patrimonio.
Autor: Oficina del Historiador de Camagüey (Sitio Web)