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sábado, noviembre 23, 2024

Cómo surgió la Iglesia de La Soledad

Describir al Camagüey del siglo XVII resulta asombroso, más si por causa del deterioro de su entorno, en aquel entonces calles de tierra y terraplenes, se teje una insólita historia, que ha perdurado a 490 años de existencia.Puerto Príncipe no era más que bohíos y edificaciones muy sencillas. En la villa se carecía de alumbrado público y alcantarillado.

Las precarias condiciones de vidas favorecían la suciedad del medio. Vecinos del lugar vertían los deshechos y cuanta basura se generaba en las casas hacia el exterior, sin permitir el paso de caballos y carretones.

Un día de aquel escenario intransitable, una carreta de bueyes quedó atascada en fango y suciedad. El conductor después de probar todo tipo de latigazos en el lomo de sus animales y maldecir hasta el cansancio, no logró mover ni un ápice a la carga pesada. Los pobres bueyes seguían enterrados, como raíz a la tierra, en el mismo lugar.

Vecinos y merodeadores se acercaron y advirtieron que lo mejor era disminuir la carga y así lo hicieron. En medio de la faena los presentes vieron caer un paquete al piso. Al abrirse éste, se dejó ver dentro del bulto una Virgen de la Soledad.

Los lugareños del lugar se arrodillaron ante el santo venerado y creyeron que el suceso era una señal divina, donde la virgen deseaba, que se edificara en ese lugar (antigua calle Reina, hoy calle República) un templo en su nombre.

Lo más curioso no se halla en lo sucedido en el Puerto Príncipe legendario, sino la coincidencia de este con otro ocurrido en México en el propio siglo XVII.

La diferencia entre un hecho y otro radicó en que el animal era esta vez una mula, pero la historia se repitió tal y como sucedió acá. En México se levantó un templo, al igual que en la villa camagüeyana.

Hoy la iglesia de La Soledad se erige vetusta en la esquina, que una vez fue de tierra y quedaron enterrados en el lodo los bueyes con su carreta.

La historia permite conocer como en un corto tiempo, en el año 1713, quedó edificado el sagrado lugar y nombrado oficialmente capellán de ella al presbítero Velasco.

La iglesia se convirtió en sitio muy concurrido en el siglo XVIII. Vasta señalar que en ella se bautizó a gertrudis Gómez de Avellaneda en 1814; y se celebró el matrimonio de Ignacio Agramonte y Amalia Simoni el primero de agosto de 1868.

En esta bella historia, convertida en fabulosa leyenda, los principeños cercanos a la imagen, cuidaron de ella, a tal punto que hoy se conserva en el altar mayor.

Tomado de Internet.