Benito Estrada: Ochenta años de lucha y cultura
Ochenta años pueden parecer solo una cifra. Pero, ¿qué es realmente el tiempo cuando una vida se ha entregado a las ideas, a la justicia, a la lucha? Benito Estrada Fernández no ha sido un simple testigo de la historia, sino su protagonista: combatiente en tierras africanas, luchador contra el apartheid y defensor incansable de un mundo más digno. ¿Cómo se mide el legado de alguien que entendió que la patria no tiene fronteras cuando de humanidad se trata? En esta Feria del Libro de Camagüey, dedicada a Sudáfrica, su historia nos recuerda que las palabras tienen peso cuando se sostienen con actos. ¿Qué nos dice hoy su ejemplo en una época donde la memoria parece desvanecerse entre pantallas fugaces?
UN HOMENAJE MERECIDO
El café literario La Comarca se convirtió en el epicentro de un emotivo homenaje a Benito. Rodeado de amigos, alumnos y compañeros de lucha, la velada fue un reflejo del impacto que ha dejado en generaciones de escritores, combatientes y ciudadanos comprometidos. Su hija, presente en el evento, escuchó con orgullo y correspondió a los elogios que se vertieron en la tarde.
El panel estuvo integrado por los escritores Sergio Morales, Ernesto Agüero y Yunexis Nobaldo, quienes resaltaron su legado tanto en la literatura como en la formación de valores. Varios asistentes del público también se sumaron a las palabras de reconocimiento. Como broche de oro, Benito obsequió ejemplares del libro De la guerra, el amor y la memoria, cortesía de la Editorial Ácana.
UN RECORRIDO POR LA HISTORIA
Con su característica locuacidad, Benito comenzó su intervención recordando su origen humilde: “Yo he permitido esto que hagan, que hablen de mí, porque es la feria. Ustedes saben que en mis peñas y en el taller les tengo prohibido hablar de mí. Como cumplo 80 años, yo soy el que voy a hablar de mí”.
Nació en una finca en las montañas orientales de Holguín, descendiente de mambises. En su infancia conoció la pobreza extrema, la necesidad y la lucha por la supervivencia. Desde los ocho años tuvo que abandonar su hogar en busca de comida y trabajo. “Repito esto cada vez que la gente dice ‘aquí se pasa hambre’. No, aquí se pasa necesidad. Ustedes no saben lo que es hambre, lo que es ver niños en mi barrio morirse”.
A los 13 años se incorporó a la Columna 16 del Segundo Frente del Ejército Rebelde. Su primer contacto con la literatura fue con Ibis de José María Vargas Vila, y su primer poema nació en los días de Playa Girón:
Soy muy joven de edad / pero no tengo miedo a morir / y con valentía espero / a quien mi Patria / intente invadir. / Cubano que soy / no temo a ningún traidor / y grito con todas mis fuerzas hoy / Patria para nosotros / muerte para el invasor.
Esa fue la primera vez que recitó un poema ante sus compañeros y, de la emoción, se desmayó.
LA CULTURA COMO BANDERA
Desde la Crisis de Octubre, cuando estuvo en contacto con la cultura soviética, Benito Estrada se volcó al arte y la literatura. En sus tiempos en el Ejército, fundó círculos literarios y grupos de teatro. Su trayectoria lo llevó a la dirección de Cultura en Holguín y, más tarde, en Camagüey. Creó las primeras comisiones culturales en bases campesinas, dando origen al primer trabajo comunitario de Cuba en el ámbito cultural, dice aunque eso no ha sido reconocido oficialmente.
Cuando finalmente pudo estudiar, la tenacidad lo llevó a graduarse de Derecho sin haber pasado por los niveles previos del sistema educativo. Como profesor universitario, dejó una huella imborrable en la formación de jóvenes talentos y en la consolidación de espacios literarios en la Universidad de Camagüey.
UNA VIDA AL SERVICIO DE LA REVOLUCIÓN
Benito no duda al expresar su gratitud a la Revolución: “Yo le debo a la Revolución todo. Cómo no voy a decir que esta Revolución me dio dientes, me hizo persona, me hizo gente. En Angola fuimos de los primeros que luchamos contra los sudafricanos y ayudamos a liberar el sur de África”.
Su decisión de permanecer en Camagüey respondió a la riqueza cultural que encontró en esta ciudad. “Revolución y cultura, cultura y Revolución para mí son gemelos inseparables”, afirma con convicción.
A sus 80 años, Benito Estrada Fernández es un testimonio vivo de la historia, y un ejemplo de entrega, resistencia y amor por la cultura. Su legado perdura en cada taller literario, en cada combatiente que encontró en él un referente, y en cada lector que se acerca a su obra con el respeto que merece una vida de lucha y creación.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante