Antigua Plaza de Armas
Es un punto de visita casi obligado para quienes llegan por vez primera a la ciudad de Camagüey y su centro histórico; declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El Parque Central denominado «Ignacio Agramonte» -como homenaje al heroico Mayor General de las luchas independentistas- además de atesorar pasajes históricos muy ligados a la fundación de la antigua villa principeña, resulta una invitación permanente para el descanso por la espontánea belleza que entrega.
Fue el sitio desde donde se originó el inicial núcleo urbano de la comarca, con sus casas techadas de guano que -en 1528- comenzaban a fomentar el poblado. Esta simpleza constructiva fue cediendo terreno ante el demostrado arrojo de los naturales, que en varias ocasiones, tuvieron que enfrentarse a los piratas invasores y depredadores de sus bienes.
De acuerdo con la costumbre peninsular de edificar núcleos en torno a una llamada Plaza de Armas, la explanada en el sitio -actual Parque Central- recibió en aquel entonces tal nombre y en su entorno se erigieron la Catedral y el Ayuntamiento, transformados en imponentes ejemplares arquitectónicos.
Fernando Crespo Baró y su devoción por Camagüey
Mucha sabiduría en torno a su querida ciudad de Camagüey reserva el investigador Fernando Crespo Baró, quien se brinda para quienes buscan datos y referencias acerca de la demarcación. Labora en la Dirección de la Oficina del Historiador de la Ciudad y siempre resulta impresionante, corroborar el enciclopédico conocimiento que posee, en torno a la historia de la región.
«No fue un hecho fortuito -asegura- que el Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia escogiera este espacio de máxima centralidad urbana de la villa, para levantar la estatua ecuestre dedicada a Ignacio Agramonte Loynaz el 24 de febrero de 1912. Se trataba también de un hondo tributo al reinicio en igual día y mes, pero de 1895, de la lucha contra el dominio español».
Este homenaje tomaba en cuenta también otros hechos como el fusilamiento allí en el año 1826, del lugareño Francisco Agüero Velasco (Frasquito) y la ubicación -en 1853- de cuatro palmas que encarnaban -cada una- el recuerdo del insigne patriota Joaquín de Agüero y Agüero y otros 3 jóvenes mártires fusilados por el colonialismo peninsular, en 1851. Fue una iniciativa surgida de la comunidad rendir este tributo que -aún en la contemporaneidad- puede apreciarse en los hermosos ejemplares de palmas reales preservadas, cual monumentos vivientes que perpetúan la valentía y la defensa del honor criollo.
Fernando Crespo ofrece el dato curioso de que fue un matancero residente en la localidad, Raúl Lamar Salomón -quien dirigió la Sociedad Popular «Santa Cecilia» durante una década- el autor de la iniciativa de levantar un conjunto escultórico en la antigua Plaza de Armas, para perpetuar la memoria de Agramonte, tomando como modelo la estatua de Simón Bolívar que existe en Caracas, Venezuela.
«Hay que señalar -agrega- que si bien el proyecto inicial de la obra contempló realizarla en el Casino Campestre, nuestro extenso y hermoso Parque Natural Urbano, dicha idea no ganó mayoría entre los residentes quienes prefirieron la antigua Plaza -depositaria de diferentes nombres como de Armas, de Recreo y de La Reina- para enclavar el hermoso conjunto escultórico…Fue como si se pretendiese llevar al héroe más dentro del corazón de su ciudad.
«Tantos esfuerzos -continúa Crespo Baró- quedaron coronados el 24 de febrero de 1912 en que fue develada la obra por Amalia Simoni Argilagos, viuda de Ignacio, acompañada por la hija de ambos, Herminia. La forma y belleza de la escultura, a partir de ese momento, revolucionaron todo el espacio y dialogaron formal y estéticamente con la armonía de la arquitectura tradicional del entorno del Parque. Porta éste la serena belleza del arte, en una dualidad de cometidos que subraya la historia y coadyuva a la educación popular.»
Patrimonio Cultural de la Humanidad
«Prestigia la cultura de un pueblo –recalca el investigador- el haber conservado y defendido por años estas glorias históricas y este Parque como espacio de mayor connotación de la localidad. No fue fortuito que el acto de declaratoria oficial por la UNESCO como Patrimonio Cultural dela Humanidad, le tuviera como escenario, ni que sea atendido con exquisitez por la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCC), protagonista de su restauración capital, cual fragmento honroso que es del devenir principeño».
En este sitio, el respeto de todo un pueblo es respirable. Se escucha en el murmullo de las cuatro palmas reales, ejemplificadoras de un doloroso martirologio… símbolos en sí mismas y custodias de otra venerada muestra de amor patrio: Ignacio Agramonte Loynaz, el inolvidable Mayor General que convoca -montado en su caballo «Ballestilla» y con el sable en la diestra- a la conquista y salvaguarda de la definitiva independencia.
Autor: Yolanda Ferrera Sosa / Radio Cadena Agramonte