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jueves, noviembre 21, 2024

Aniversario del vuelo Sevilla-Camagüey

Transcurría la década del 30 del pasado siglo XX, notoriamente reconocida por la historia. Recién concluía la primera conflagración mundial. El mundo se aprestaba en breve a asistir a la segunda.

Cuba se movía al compás de la grave crisis internacional con nefastas consecuencias para su sociedad, que trajo consigo la acentuación del aumento de las condiciones de precariedad para muchos habitantes de la recién instaurada «República». Por lo tanto, la vida estaba sumida en pocos privilegios para la espiritualidad de la mayoría de los cubanos. En España recién se instauraba la República.

Era Camagüey en el año 1933 unas de los mayores territorios de Cuba, formado en aquel entonces por la actual provincia de Ciego de Ávila y la actual Camaguey.

El boom azucarero que se produce en Cuba a inicios del siglo XX, y determinado por la presencia de los Estados Unidos de Norteamérica en todos los asuntos del país y de manera particular en la economía y la política, produce un aumento de la inversión extranjera de ese país en Cuba, fundamentalmente en la industria azucarera. Esta explosión se manifestó de manera más significativa en la industria de ese tipo de la entonces provincia.

Sin abandonar la explotación de la ganadería, renglón económico que marcaría de manera definitiva la identidad cultural de la región, la fisonomía de nuestros campos empieza a ser marcada por las torres de numerosos ingenios azucareros y, los campos, a ser plantados con la dulce gramínea.

Para entonces, la población de esta extensa provincia solo alcanzaba un poco más de 100 mil habitantes. Se ubicaba en ciudades y poblados el 38.6 % de los habitantes.

De la producción nacional de azúcar le correspondía a la región unas 300 mil toneladas métricas. A diferencia de la ganadería extensiva practicada por siglos, la industria azucarera demandaba la utilización de miles de brazos que permitieran el laboreo del cultivo y cosecha de la caña de azúcar.

Esto provocó la aparición en esta época de una fuerte emigración, sobre todo proveniente del área del Caribe, en busca de fuentes de empleo. Según las estadísticas correspondientes al propio año 1933, más del 20 % de la población de Camaguey en esos momentos había nacido en el exterior.

En el proceso de conquista y colonización y por similares causas, fueron traídos a Cuba, provenientes de África, miles de hombres que cumplimentarían bajo otras condiciones las labores del campo y la servidumbre. No fue la región de la que les hablo de las que más participó de este proceso migratorio: las causas, su base económica -como he comentado- no requería de un voluminoso empleo de fuerza laboral.

Por las razones conocidas, llegaron a la región miles de personas provenientes de España. Un buen número echó cimiento y no regresó.

El siglo XX es testigo de la llegada de muchas personas provenientes del mismo destino. En diferentes regiones del país se fueron asentando bajo condiciones distintas a las encontradas en siglos anteriores, además de traer otras expectativas. El Camagüey recibió a canarios, gallegos, asturianos, cántabros, andaluces, catalanes, entre otros.

Esta emigración final, junto a procesos similares anteriores, vino a marcar de manera definitiva la influencia de la hispanidad en los procesos de conformación de lo que se ha dado en denominar, la cubanía y la cubanidad y el surgimiento de la nación y la nacionalidad cubanas. Se ha tejido una cultura centenaria a base de una fructífera mezcla de sabores provenientes de diferentes y múltiples regiones geográficas del mundo. Se compara o denomina a esa mezcla como mosaico cultural.

Pero es Camaguey fuerte candidato a exhibir la huella hispánica de manera apreciable. Basta echar una ojeada a la ciudad capital y sobre todo a su Centro Histórico.

Su arquitectura, de una alta influencia morisca, proveniente sobre todo de Andalucía. Costumbres, hábitos culinarios, la laboriosidad y tenacidad isleñas, entre otras influencias de las diversas regiones; la toponimia, cultura y arte, religiosidad, son evidencias tangibles que nos dan una seña indeleble de hispanidad.

De manera especial se fue tejiendo una cultura en la región que ha realizado aportaciones notorias en todos los procesos históricos a la nación cubana. Esa cultura y visión popular ha permitido que se cuente con un juicio y percepción agudos sobre las cosas. Esto, unido a los fuertes nexos históricos, culturales y los vínculos filiares construidos por siglos, permitió y probó la capacidad del Camaguey para apreciar y reconocer la heroicidad del gesto de los protagonistas del Vuelo Sevilla Camaguey.

¿Cómo reaccionó entonces el pueblo de esta ciudad aquel 11 de junio del año 1933 ante la noticia de que, provenientes de la península Ibérica y atravesando el Atlántico, dos pilotos españoles, que a costa de sus propias vidas tenderían un nuevo puente entre Cuba y España, siguieron la ruta una vez andada por el almirante Cristóbal Colón?

De la breve estancia en la ciudad de Camaguey del capitán de ingenieros y Jefe de la expedición, Mariano Barberan y Tros de Harduya; del piloto, el teniente Joaquín Collar y Serra; del mecánico del avión, sargento Modesto Madariaga y del Cuatro Vientos, aeronave construida en los talleres de Getafe, España, tipo BREGUET XIX ESPECIAL SUPERBIDON, les narraré brevemente.

El Cuatro Vientos es avistado por vez primera en Cuba sobre las 2.00 de la tarde sobrevolando la ciudad de Guantánamo, no pueden aterrizar allí debido a las condiciones del tiempo, por lo que ponen rumbo de 300 grados siguiendo la ruta de la NATIONAL AIR COMPANY, o sea, la Compañía Cubana de Aviación.

En Camaguey, el día transcurría tranquilo, una fina lluvia contribuía a la coloración de tonos grisáceos que matizaba el cielo. El aeródromo se ubica al Norte a nueve kilómetros de la urbe, camino a la ciudad portuaria de Nuevitas, cerca de la cual, en Febrero de 1514, se fundara el emplazamiento primogénito de la Villa de la Santa María del Puerto del Príncipe. Este aeropuerto, junto a los de Guantánamo y Santa Clara, fue tomado como alternativo para el raid, ante cualquier eventualidad que no le permitiera a la tripulación y su avión llegar directo hasta La Habana, como finalmente sucedió. Por esas razones eran esperados aquí.

Entrada la tarde y pasadas las tres, aparece el avión en el cielo del Camagüey, sobrevolándolo de Este a Oeste. Sigue su rumbo y llega a la ciudad de Florida, no disponen de combustible suficiente para seguir y regresan. Antes dan unas cuantas vueltas y reconocen el lugar del aterrizaje, este se produce a las 3.30 de la tarde, después de recorrer 4533 millas en 39 horas y 55 minutos, procedentes del aeropuerto de Tablada, en Sevilla, España. El vuelo constituyó un record para la aviación mundial de entonces.

Son recibidos con mucho entusiasmo en el mismo campo de aviación por las autoridades allí presentes, donde se encontraban, entre otros, el director del periódico El Camagüeyano, el presidente de la colonia española en la localidad y varios periodistas

Collar fue el primero en descender. Después de los saludos se acercó al avión y entre mezcla de sentimientos de satisfacción y orgullo y dirigiéndose al avión le dijo: «Qué bien te portaste, te has portado como un español», fin de la cita.

Por su parte, Barberan manifestó: «Mi compañero Collar ha demostrado una serenidad y resistencia física maravillosa, haciendo en Tablada uno de los mas difíciles despegues que recuerdo en mi vida de piloto por el enorme peso del aparato y después llevando durante la mayor parte del tiempo la dirección de la nave, mientras yo atendía las cartas y otros detalles de navegación. Finalmente no quiero dejar de elogiar el brillante aterrizaje efectuado aquí, a pesar de las 40 horas de vuelo con que llegamos a Camagüey».

Por su parte, Collar, risueño y jovial, declaró: «…yo hice el despegue en Sevilla y el aterrizaje aquí, pero durante la travesía nos turnamos varias veces».

Desde su arribo los aviadores manifestaron que su estancia en Camagüey sería breve, estarían varios días en La Habana y luego partirían hacia México, país al cual tenían mucho interés en visitar.

A la salida del aeropuerto se dirigieron al hospital general, donde fueron reconocidos por médicos que los encontraron en perfecto estado de salud, aunque bastante agotados.

Después se trasladaron hacia el Hotel Camaguey, antiguo Cuartel de Caballería. Allí eran recibidos por el jefe militar de la provincia para trasmitirle los saludos de las más altas jerarquías civiles y militares del país. La acogida en este lugar fue una cálida demostración de simpatía y entusiasmo popular que impactó a los heroicos y agotados aviadores.

En el hotel, un reconocido fotógrafo de aquel entonces y verdadero cronista del lente, de apellido Cortiñas, le realizó varias instantáneas en el jardín, así como en la habitación junto al cónsul de España, señor Luis Roca Tabores y Pérez del Pulgar. Allí se supo que habían partido desde La Habana tres aviones del cuerpo de aviación nacional y que en uno de ellos viajaba el sargento y mecánico del Cuatro Vientos, Modesto Madariaga, con todo lo necesario para que el avión pudiera continuar hasta la capital. Al final el vuelo fue interrumpido en Santa Clara, al aparecer debido a una tormenta, continuando el viaje a Camaguey por carretera.

Los tripulantes del cuatro vientos saludaron, desde el hotel y a través de la emisora local CMJK, La Voz del Camagüeyano, mensaje que fue trasmitido en cadena por el resto de todas las emisoras de radio de todo el país. En ese mismo lugar y en horas de la noche fueron agasajados con un gran banquete.

En la mañana del 12 de junio, visitaron la redacción de la emisora CMJK, siendo presentados a la audición por el director del periódico local, manifestando el capitán Barberan su agradecimiento por las demostraciones de afecto que habían tenido. En su intervención Collar manifestó: «Quiero felicitar a este pueblo por haber procreado mujeres tan bellas, amables y sencillas, así como unos caballeros tan gentiles y hospitalarios… viva Camagüey, viva Cuba».

Acto seguido el cónsul español dio las gracias a las autoridades y ciudadanía en general por la afectuosa acogida dispensada a los aviadores ibéricos.

La visita realizada al periódico El Camagüeyano resultó acompañaba por un nutrido número de personas. Del rotativo partieron hacia el local social de la Colonia Española, situado en la calle Cisneros, donde los esperaban miles de personas en medio de una enorme congestión de vehículos, que incluía automóviles y tranvías. Al entrar la comitiva en los salones, la banda municipal de Camagüey interpretó los himnos de España y Cuba, dando paso a los discursos de bienvenida.

Visitaron también el nacional City Bank, donde recibieron un cheque por mil pesos, obsequio de esa entidad y cuya suma destinaron a los fondos de repatriación de inmigrantes.

Después de las 10 de la mañana del mismo día 12, los aviadores y sus acompañantes hicieron entrada en el cuartel del regimiento número dos, donde estaban presentes el gobernador provincial, el cónsul de España y el alcalde municipal, entre otros invitados. Posteriormente participaron en el banquete de despedida que les ofreció la Colonia Española y al cual también asistió el jefe militar de la región Camagüey, así como otros representantes ilustres de la ciudad.

Al hacer uso de la palabra, el capitán Barberán afirmó: «El nombre de Camagüey ha hecho vibrar en nosotros la emoción más grata de nuestras vidas.»

También se hizo entrega a los aviadores de un decreto firmado por el alcalde municipal declarándolos huéspedes de honor de la ciudad de Camagüey, así como placas conmemorativas del vuelo hechas en maderas preciosas y plata en las que se leía. Vuelo Sevilla Camagüey, 11 de junio de 1933. Dichas placas fueron entregadas por la Colonia Española.

Después de la una de la tarde del lunes 12, salieron a pie desde el hotel hacia la estación de ferrocarriles por la calle República. Fueron vitoreados por cientos de camagüeyanos que les saludaban con emoción y reconocían así la hazaña realizada. Finalmente pasearon por el tren compuesto por trece carros y el coche especial Caonao. En el aeropuerto camagüeyano, mas de cinco mil personas acudieron a despedir al Cuatro Vientos y sus heroicos tripulantes.

La aeronave partió con destino a La Habana a las 2:22 pm, custodiados por cuatro aviones militares que fungieron como escolta de honor. Así se abría un hermoso capítulo en la historia de Cuba y España, donde quisieron las circunstancias que tuviera esta ciudad un importante protagonismo y se sellara por siempre el tributo de recordación a estos héroes de la aviación mundial. Se llevaron en sus pechos el cariño y el reconocimiento de esta tierra que en tan breve tiempo fue capaz de tributarles y ellos, de agradecerlo.

El final fue trágico, a sus pormenores no me referiré. Se vivieron momentos de mucha consternación. El Camagüey de manera particular reaccionó, obligado por sus nobles sentimientos de solidaridad y por el apego que tiene con su historia y el papel que tiene este hecho dentro de ella.

En junio de 1934 se comenzó a gestar la construcción de un monumento que perpetuara la heroicidad de la tripulación española, por lo que a instancias de la emisora radial La Voz del Camagüeyano, las sociedades españolas y la Cámara de Comercio radicada en esta ciudad, convocaron a una colecta pública que tubo una fuerte acogida popular. La Obra finalmente es inaugurada el 19 de enero de 1941, en acto presidido por el Ministro de Obras Públicas del Gobierno cubano, funcionarios de la embajada de España y oficiales de la aviación cubana y española.

La obra consiste en un monumento conmemorativo, concebido por los artistas Servando Pita Camacho y Esteban Betancort Días de Rada. Una esbelta columna truncada que busca el cielo, muestra en sus costados los escudos de Sevilla y Camagüey, debajo de los cuales se apuntan las fechas y horas de partida y llegada desde las respectivas ciudades, así como el tiempo de vuelo empleado para realizar la histórica travesía. En su parte frontal aparecen una corona de laureles, las efigies de los aviadores con la inscripción: Héroes del vuelo Sevilla Camagüey.

La obra se ubicó en uno de los más importantes espacios de esta ciudad, el Casino Campestre, que acoge a lo mejor de la escultórica conmemorativa de la provincia. Lugar donde se le rinde tributo a nuestra historia y personalidades.

No sería este el único homenaje a esta proeza del hombre y la tecnología. El proyecto de un vuelo respuesta fue protagonizado por Antonio Menéndez Peláez, quien había nacido en el año 1902 en la aldea asturiana de Santa Eulalia de Riveras, en la región de Pravia, España. Antonio realizó su preparación como piloto en los Estados Unidos, obtuvo la nacionalidad cubana y se incorpora a laborar en la Compañía Nacional de Aviación Curtis S.A.

Tras las visitas a Cuba de los aviadores españoles Jiménez e Iglesias, y de Mariano Barberán y Joaquín Collar, y los análisis que había realizado acerca de las características técnicas de la aviación en Cuba, las condiciones del vuelo, así como la distancia, llega a la conclusión de que el vuelo debe realizarlo por etapas.

Después de incontables gestiones, que merecen un recuento aparte, logra al fin la materialización del vuelo. La noche del 11 de enero de 1936 Antonio Menéndez recibió la despedida oficial en el salón restaurante del Hotel Camagüey, oportunidad en que le fue entregada una moneda de oro donada por el piloto y capitán Mariano Barberán y la que debía llevar en el vuelo como testimonio de amistad entre los dos pueblos.

El 12 de enero, a las 7 y 15 a.m. y desde el aeródromo de Camagüey, El Plateado de la Marina, marca Lockheed Sirius Especial, nombre dado al aparto, emprendía vuelo. Tras hacer varias escalas en numerosos países, toca suelo español el 14 de febrero de 1936 a la 1:00 p.m. (hora local), después de haber volado en solitario durante 79 horas y 40 minutos. El sueño se había cumplido luego de dos años y ocho meses de que los pilotos Mariano Barberán y Joaquín Collar partieran desde el aeropuerto de Tabalada y tocaran el territorio cubano de Camaguey. La historia reciprocaría con este gesto la proeza.

El teniente de la Aviación Naval Cubana Antonio Menéndez Peláez fue nombrado Hijo Adoptivo y Huésped de Honor de la ciudad de Sevilla y le fueron concedidas, entre otras condecoraciones, las medallas de las cruces militares y la del Mérito Naval. Por su parte, el cubano entregaba a los padres del capitán Mariano Barberán la antigua moneda de oro que fuera propiedad de su hijo y que le fuera entregada en Camagüey.

Al transcurrir 75 años de este suceso, otras generaciones, de los mismos pueblos, rendimos merecido y sentido tributo a estos hombres y a la hazaña realizada por ellos.

Nuestro héroe nacional José Martí sentenció, honor al que honor merece. Y este ha sido muy bien ganado.

Quisiera terminar con los versos escritos en el año 1933 por Lidia M. Díaz y que el autor del libro, Barberan y Collar. Leyenda y Realidad, Franklin Picapiedras (antiguo piloto) tomara para dar inicio a esta importante investigación.

Águilas de iberia

Audaz cuatro vientos tu excelsa jornada
En pos de la ruta que Colón trazó
En el breve arrullo de una patria amada
Que al darnos su idioma, su sangre nos dio
Dejaste a Sevilla gitana de amores
Envuelta en las nieblas del amanecer
Y al siguiente día, tus broncos rumores
En Camagüey vibraron en el atardecer.

Autor: Lic. José Rodríguez Barreras, director de la OHCC, Palabras pronunciadas en el acto central conmemorativo, Tomado de www.ohcamaguey.co.cu