Alán González: El juego salvaje de mirar lo que duele
La muestra audiovisual El Almacén de la Imagen, que concluye este sábado, tuvo el honor de recibir a Alán González, un cineasta que está marcando un antes y un después en el panorama del cine cubano. Con su ópera prima La mujer salvaje invita a mirar de frente nuestra realidad, desafiando silencios y abriendo espacios para conversaciones urgentes.
Con la proyección de su película en el Casablanca, Alán González inauguró el festival y participó en la sección “Bienaventurados los audaces” del Dodo’s Café del Cine Encanto, donde conversó sobre los retos del cine en Cuba y su pasión por contar historias humanas. Forma parte del jurado central.
“Yo hago cine para seguir jugando”, confesó quien define su trabajo como una manera de mantenerse conectado con el niño que fue. “Es mi forma de estar vivo, de darle continuidad a un goce.” Ese enfoque lúdico, lejos de la ingenuidad, está cargado de riesgo, pues aborda temas que otros prefieren ignorar. Su autenticidad se refleja en personajes intensos y en relatos que enfrentan las verdades más crudas.
Sobre cómo fue posible La mujer salvaje, destacó el papel crucial del Fondo de Fomento del Cine Cubano del ICAIC. “Es un apoyo importantísimo. No solo te da prestigio para aplicar a otros fondos internacionales, sino que garantiza que tu película sea vista dentro y fuera de tu país. Es ese primer empujón necesario para que tu película llegue a alguna parte.”
Ese respaldo le permitió explorar historias de sujetos en desventaja social, enfrentados a situaciones límite. Para Alán González, las circunstancias que vive un personaje en un momento determinado son más definitorias que sus características personales. “Creemos mucho que cada persona es lo que está viviendo en ese momento.”
En su reflexión sobre géneros cinematográficos, reconoció que la ficción enfrenta retos mayores. “La ficción tiene un esquema más rígido, con exigencias de perfección y estructura. En cambio, el documental es más permisivo, se le permite cierta ambigüedad y hasta imperfecciones. A veces parece que basta con un buen tema o una secuencia. A la pobre ficción se le pide mucho.”
Uno de los mayores desafíos de La mujer salvaje fue dirigir a un niño, pero lo enfrentó con intuición y creatividad. Inspirado por los consejos de la profesora argentina Mónica Discépola: “Un niño es un gran actor si sabe jugar y si tú sabes jugar con él. Es mucho más fácil de lo que se piensa, es mucho más puro.” Su experiencia como padre desde 2018 también influyó en su sensibilidad hacia las dinámicas infantiles.
También destacó la relación profesional con la actriz Lola Amores, protagonista de la película. Desde el inicio, tuvo claro que era ella. “Es todo lo contrario a una diva. Con Lola todo fluye. La admiraba tanto que hasta le tenía miedo.”
Sin embargo, para Alán González, la mayor dificultad que enfrenta el cine cubano no es la falta de recursos, sino la ausencia de comunicación entre los creadores. “Lo que más daño nos hace ahora es la falta de diálogo. Nos falta compartir la luz, y la luz es tan poco que no hay que esconderla tanto porque siempre se ve.”
El cineasta adelantó que, junto a la guionista Nuri Duarte, está escribiendo su segundo largometraje, un proyecto que comenzó incluso antes de filmar *La mujer salvaje*. Además, mencionó su interés en explorar nuevos territorios creativos, como un proyecto relacionado con vampiros.
Alán González no solo dirige películas; las vive, las respira y las traduce en experiencias humanas que trascienden las pantallas. Su presencia en Camagüey enriquece el festival e inspira a una nueva generación de cineastas a abordar, sin miedo, las historias que importan.
Por Yanetsy León González/ Adelante
Foto: Víctor Pando/ AHS Camagüey