Portal Cultural de Camagüey

miércoles, diciembre 11, 2024

Juan Antonio García Borrero, intelectual del año

Si eligiéramos una figura para representar al camagüeyano Juan Antonio García Borrero sería una mezcla de El pensador de Rodin aunque enjuto. Llevaría un móvil en la mano que el escultor puso descansada sobre una rodilla. Pudiera sostener otro dispositivo electrónico, en definitiva ese objeto de actualidad equivale a lo que en su tiempo fue la palanca y el punto de apoyo de Arquímedes para mover el mundo.

En efecto, cada publicación suya en las redes sociales mueve a medio mundo lo mismo para motivar la polémica alrededor de un tema de cine, cultura y políticas públicas en Cuba, como para expandir la ternura y lograr el consenso cuando escribe como abuelo.

Desde un modesto barrio ha gestado muchísimo como autor más persistente del Proyecto El Callejón de los Milagros y en general para la Calle Inteligente de los Cines en el centro histórico de la ciudad de Camagüey, donde acaba de dejar listo un mural interactivo con carteles de películas cubanas.

Vive en un asentamiento periférico a medio urbanizar. En el reparto Los Coquitos a la altura de este siglo la vida puede transcurrir enferma de “polvo, fango y tedio”. Sirven las mismas palabras del cronista Nicolás Guillén al retratar la ciudad en 1932; sin embargo, desde allí Juani aplicó a una beca y ganó la ayuda de miles de euros de España para desarrollar una investigación.

Apenas comienza el 2024 y ya clasifica como el intelectual del año. Este lunes debe recibir el Premio Alejo Carpentier de ensayo, dentro del contexto de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Por esta y otras razones, Adelante debía una entrevista.

Con su hablar bajito y sencillez, nos dedicó parte de una mañana. A través del diálogo confirmamos que es un sobreviviente imprescindible de ese último reducto del ya impopular y coartado ejercicio de pensar en la era de la convergencia.

─Tienes un sedimento y un archivo valioso lo que relacionamos con tus dos premios recientes, el primero por un estudio terminado; el segundo, para una investigación por hacer. Empecemos por el “Alejo Carpentier” de ensayo. ¿Qué agradeces más de ese resultado?

─Me deja realmente muy complacido porque es uno de los premios más relevantes dentro del ambiente de la creación, de la ensayística. Alguien me decía que era la primera vez que en el Alejo se le otorgaba a un libro sobre cine. Eso le levanta a uno también la autoestima porque estás compitiendo con grandes ensayistas de todas las expresiones de arte y literatura.

“El texto El cuerpo audiovisual de la nación cubana yo lo vería como una autorreflexión de todo lo que he estado proponiendo en términos conceptuales. El libro me ha permitido articular las diversas ideas que había estado manejando, por ejemplo, de la necesidad de ir más allá de Icaicentrismo, es decir, poder narrar la historia del cine cubano no como si fuera la historia del Icaic sino exactamente como la historia de un conjunto de prácticas asociadas a la imagen en movimiento, pero vinculadas a la idea de Cuba como nación. Estaría más allá del aspecto físico, geográfico sino que podamos encontrar también cine cubano realizado por cubanos más allá de la isla, pero incluso dentro de la isla lo que sería el cine sumergido, ese tipo de cine que está un poco más allá de lo que sería el cine oficial por decirlo de alguna manera.

“Dentro del cuerpo audiovisual de la nación estaría presente también el cine nacional pero no únicamente. Además no solamente sería el recuento de la historia de las películas o las biografías, sino aquí tendríamos en cuenta la historia de las tecnologías, los espacios de socialización, cuando se construye un cine…, todo eso también puede ser objeto de estudio desde el punto de vista historiográfico y nos explicaría por qué el cine es mucho más que una película vista en una sala oscura, porque puede incluir desde ir al cine, a la sala para ver una determinada película, hasta leer un libro sobre cine o escribir un libro como es el caso de El cuerpo audiovisual de la nación sobre ese cine.”

─Has aprendido y has enseñado a tomar otros caminos. ¿Cómo asumes el proceso inverso de hacer un libro tradicional, llevar a algo físico con una extensión limitada lo que tú de manera cotidiana haces muy expandido en tus prácticas como un hombre digital?

─Es una pregunta interesantísima porque a diario intento ir reflexionando ya no solo sobre la escritura de la historia del cine cubano en general, sino uno como crítico, cómo es exactamente ese proceso. Te vas apoderando de ese proceso. Realmente no se trata de renunciar a partir del uso de las nuevas tecnologías a lo que con anterioridad hacíamos. Yo me sigo sintiendo un ensayista y sobre todo pienso en el ensayista como la persona que trata de dar un protagonismo absoluto a la reflexión, tal vez la zona que más afectada se ha visto con esto de la emergencia de las nuevas tecnologías. Con las nuevas tecnologías es un mundo maravilloso lo que nosotros hemos logrado, esto mismo, la Enciclopedia del Audiovisual Cubano (Endac), me está sirviendo para entender ese cine expandido, esa zona de la historia del cine que había sido suprimida, pero ahí estaríamos hablando de información fundamentalmente, nos falta la reflexión, y para lidiar con esa cantidad de información donde se corre el peligro de terminar infoxicado por completo hay que volver a la reflexión, hay que necesariamente tomar en cuenta que tenemos que prescindir de grandes cantidades de información, que tenemos que volver otra vez a ese marco teórico, a ese marco histórico con determinados límites, para construir el conocimiento.

“No se trata de una confrontación entre nuevas tecnologías y viejas maneras de ver el mundo, es cómo logramos apropiar de una manera creativa de todo ese mundo. Estoy seguro que los grandes sabios, Sócrates, Platón, Pascal… estarían totalmente satisfechos, pero dudo que estén pensando que el uso de las nuevas tecnologías necesariamente significa un progreso de punto de vista del conocimiento. El conocimiento es otra cosa, se construye de otra manera. Las formas en que tendríamos que estar razonando todo esto que nos va impactando a diario yo creo demanda regresar a esos entornos, desconectaron en ocasiones y conectaron con nosotros mismos, plantearon las preguntas que además serían las nuestras porque ya los grandes sabios, Hegel… todos estos grandes filósofos dieron respuestas brillantes a las preguntas que se hacían en su momento pero eran sus preguntas y eran sus respuestas. Nosotros tenemos que construir ahora nuestras propias respuestas y en contextos totalmente diferentes a los que vivieron ellos. Es importante que regresemos a la búsqueda de la sabiduría que está más allá de la instrucción, que está más allá del exceso de información. Ni siquiera me siento digital o analógico, sencillamente estoy tratando de experimentar. La experiencia es súper enriquecedora, esto que de pronto estés leyendo algo en la computadora se va a la corriente, apagón, te sientas y empiezas con un libro de papel a leer. Eso para mí es espléndido porque es el silencio absoluto y de pronto te metes en esa página, y ya no son los hipervínculos sino que tienes que ir a la lectura sucesiva tal como lo hacíamos en su en su momento y el cerebro comenzó a funcionar de otra forma y empiezan nuevas ideas.”

─El título del ensayo El cuerpo audiovisual de la nación cubana nos da la idea de lo físico. Situado ante el desbalance de acceso a la información, ¿cómo gestionas tú la realidad de no tener control de todo el cine cubano se está produciendo y a partir de ahí entonces plantear una guía? Imagino que sea para ti una angustia.

─Algunos lo rechazan y eso no parece absolutamente legítimo, prefieren centrarse en lo conocido, pero es engañoso lo del cuerpo porque casi siempre estamos haciendo el cuerpo a lo tangible, a lo que vemos, a lo que tocamos pero es que el cuerpo mismo es misterio. Hay una cantidad de cuestiones, de sensaciones que pertenecen al cuerpo como tal y que no lo tomamos en cuenta, por tanto cuando yo hablo de cuerpo audiovisual de la nación estaría pensando más en la parte de la nación entendiéndolo como la proponía Benedict Anderson con la comunidad imaginada. Esos términos siguen despertando polémica, es decir la nación no es algo que tú puedas tocar sino el cuerpo entendido donde está constantemente aquello que Lezama mencionaba de lo irradiante, es decir por un lado es capaz de aglutinar y al mismo tiempo irradiar, y por supuesto que nos salva del compromiso de querer conocerlo todo. La idea ahora mismo es tomar conciencia de que tenemos límites para llegar a conocer, no lo podemos conocer todo.

“¿Qué pasa? Cuando tú integras el uso creativo de la tecnología ya estás entrando en otro escenario que es lo colaborativo, y allí es donde yo sí pienso que estaría lo revolucionario. De pronto tú vas a estar hablando de una película realizada en el año ’63 y alguien conectado a la red desde España dice “yo tengo una foto de ese rodaje” y lo comparte. Eso era imposible hacer en el periodo analógico. Los libros que conocemos básicamente se han construido sobre lo que encuentras investigando en las instituciones y las instituciones obviamente tienen solamente lo que les ha llegado, pero es mucho más lo que está por fuera de esa historia. La inteligencia colectiva siempre va a ser superior a la inteligencia de un individuo por brillante que sea ese individuo. Entonces yo estoy muy satisfecho de cada vez dejar más atrás aquella angustia de que se me quedaba algo, no, al contrario, ahora lo que yo intento decir a las personas es que nos queda mucho por descubrir, es decir, este es el camino y además nos vamos trazando rutas de aprendizaje, es decir, no es el conocimiento hecho, es el conocimiento que estamos haciendo a diario y entre todos.”

─Cuéntame del Premio de Investigación de la Academia de Cine de España, de ese acto de cimarronaje de hacer la investigación desde tu “cueva” de Los Coquitos.

─Me enteré de la convocatoria gracias al cineasta cubano Mario Crespo. Antes para poder participar en este tipo de concurso tenías que viajar a La Habana, hacer una serie de trámites, y ahora yo en ningún momento salí de Los Coquitos. Estaba allí con mi Internet desde esa cueva llenando toda la documentación online y fue mucho más fácil de lo que al principio. Claro, lo importante no es el formulario sino la propuesta. Son becas dirigidas a Iberoamérica. Se presentaron varios proyectos de varios países.

“Mi propuesta tiene antecedentes en otra beca, en aquella ocasión fue para ir a España, justo sobre las relaciones cinematográficas entre Cuba y España para hablar de la representación de los españoles en Cuba. Ahora va a la relación de cinematográfica pero atendiendo el cuerpo de audiovisual de la nación, es decir, esto formaría parte de ese cuerpo audiovisual de la nación porque aquí no solamente estaríamos revisando la representación de españoles en el cine cubano, sino también la representación de cubanos en ese cine español, y de qué manera se han construido las comunidades como se van viendo y por supuesto, tratando de proponer un diccionario crítico de cada una de estos temas. Sería, como dicen los informáticos, “escalable” para una plataforma pública pues las personas tendrán acceso y podrán en su momento también contribuir. Es lo que se conoce como la historia pública, es decir, la historia pública es una nueva movilidad que precisamente se apoya en esto de las redes, esa historia se va construyendo con las contribuciones de los usuarios. Igual tiene que pasar por los filtros, es decir, por la misma disciplina, el mismo rigor cuando tú escribes una historia normal y debes contrastar las fuentes, verificar… Dentro de 18 meses estaría entregando un primer resultado que puede terminar en un documental o en un libro. Terminas tu investigación y entregas la propuesta a la academia entonces decides. Yo creo que pueden ser varios documentales. Ahora mismo estoy en la fase de aterrizar y poder construir esa suerte de guion.”

─ Suponiendo que te decidieras por realizar un documental, ¿sería tu primer guion?

─He escrito algunas cosas pero sí, sería mi primer documental. Ahora mismo la idea es la investigación. La otra diferencia es que ya hay bastante investigado. En la Endac se ha registrado con la etiqueta Cuba-España por un montón de películas. Ahora me concentro ahí y eso que yo llamaría uno de los tantos capítulos del cuerpo audiovisual de la nación. Después puede venir Cuba-Francés, Cuba-Estados Unidos, Cuba-México… Es cartografía, evidentemente son los nuevos mapas del cine cubano y ni siquiera se estaría hablando de un mapa sino de un atlas que es la colección de varios mapas.

“El cine cubano nació transnacional, no nacional porque fue Gabriel Veyre, un francés con tecnología francesa llegando desde México a Cuba para exhibir o producir eso que conocemos como Simulacro de incendio. La hegemonía de las historias que hablan de cine nacional ha sido aplastante, por lo general seguimos insistiendo en eso del cine español, el cine cubano, el cine francés pero realmente cuando tú levantas la capa todo es mezclado. Entonces esta es la idea si vamos a hablar del cine nacional, si vamos a seguir defendiendo y estudiando qué significó tener un cine nacional desde la época aquella de Ramón Peón que estaba loco por tener una industria cinematográfica en Cuba; Enrique Díaz Quesada con todas las cosas que hizo, no nos quedan las películas pero nos quedan los afiches donde la identidad es aplastante. Más allá de eso, de pronto ves el Parque Palatino y estás descubriendo ahí la mezcla de todas estas culturas que se van fusionando: ves ese parque donde están los letreros en inglés porque recién había comenzado la República y comenzaba a insertarse Estados Unidos dentro de la cultura cubana. Eso se pasa por alto cuando estamos insistiendo en el cine nacional y dejamos a un lado todo lo que no se parezca a ese relato dominante, y se pierde de vista cómo es que nace el cine en Cuba.

“Otro asunto que los historiadores apenas tocan. Hablamos de Gabriel Veyre cuando llega, pero ¿y las cosas que él hizo en su momento para justamente apoyar, legitimar el relato de los Estados Unidos como país mesiánico que iba a salvarnos?. Ahí empezó, por cierto, ese relato de Estados Unidos interviniendo todos los países para restaurar la justicia, etc. Eso se menciona pero no se examina como parte de lo que pudiera ser respuesta a muchas de las cosas que estamos sufriendo ahora”.

─ Ya estamos en Feria del Libro, al menos en La Habana. El año pasado recuerdo que, por esa manía tuya de fundar, inventaste el Festival del Libro Digital. ¿Se mantiene para este?

─Sí, la idea es que tengamos la Segunda Edición del Festival del Libro Digital. Todavía es muy temprano para poder decirte qué es lo que vamos a hacer pero sí te confirmo que la Dirección de Cultura va a apoyar el evento. Yo aprovecharé que voy a estar en la Feria del Libro de La Habana para seguir explorando. Para mí puede ser fantástico esto del festival porque tenemos precisamente aquí en la Calle de los Cines un escenario único. Ese Callejón de los Milagros podría convertirse en el lugar donde tengamos la posibilidad de presentar libros digitales, de crear comunidades que no solamente descarguen libros sino que sean capaces de compartir los que tienen, y contribuir a la ciberalfabetización. Fundamentalmente estoy pensando en los niños, porque está bien que los adultos sigan utilizando estos dispositivos pero nosotros en estos instantes lo estamos utilizando más bien tratando de domesticar el entorno que ya teníamos, sin embargo nuestros hijos más pequeños, nuestros nietos, ellos sí son nativos digitales, entonces se demanda el uso de una política pública que acompañe este proceso que van viviendo las nuevas generaciones. Como mismo en su momento se hizo lo primera campaña de alfabetización ahora necesitamos una segunda pero asociada a lo funcional y a lo tecnológico. El Festival del Libro Digital pudiera contribuir a eso, que no es lo único que se puede hacer o se debe hacer. El entorno es mucho más complejo y por eso tendríamos para hablar de políticas públicas porque cada uno de esos dispositivos como precisamente lo que promueve es un uso privado pues es difícil que uno pueda intervenir allí pero desde lo público sí debemos dejar una política establecida y estamos tratando de dar más atención sobre esta historia. El Festival va a ser la última semana de abril.

─Me perdí la inauguración del Centro de Documentación del Audiovisual Cubano. Aprovecho para preguntarte cuál es la diferencia entre este con los servicios del Complejo Audiovisual Nuevo Mundo.

─Con este Centro de Documentación queremos preservar la memoria de todo lo que tendría que ver con el audiovisual cubano, por eso está vinculado a la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano, todo ese gran repositorio que existe en la Endac estaría también aquí sin necesidad de estar accediendo a Internet. Es una ventaja para la comunidad académica, porque el centro está pensado en función del público en general pero obviamente hay como un gran súper objetivo que está dirigido a la comunidad académica: profesores, estudiantes… Dentro del Centro por ejemplo te puedes encontrar con tres funciones, primero esto de la documentación. Por otro lado es un escenario para impartir talleres de pequeño formato. Este mobiliario fue concebido precisamente para que sea dinámico con capacidad para 12 o 14 personas, a mi juicio el público ideal para este tipo de taller de pequeño formato. Además si viras los muebles se convierten en pedestales, por tanto podría ser expositivo en algún instante. Por otro lado, seguir promoviendo la señalización digital dinámica, si se usa esa cartelera interactiva. Logramos construir la plataforma Compendio donde tendríamos un gran repositorio de libros digitales, hay más de 5000 libros digitales. Aunque es un repositorio de corte temático no significa eso que solamente hay libros sobre cine aunque hay muchos libros sobre cine, pero hay libros sobre filosofía, sobre la creatividad, en fin, humanismo digital que estamos tratando de defender para rescatar ese concepto de humanismo digital para insertarlo dentro de nuestra práctica.

─Dicen que el Centro es un proyecto de iniciativa municipal de desarrollo local. Esa nomenclatura llena de esperanza y parece que asegura todo. ¿Cómo te ha ido con ese apellido?

─ Por el momento, el proyecto de desarrollo local sí ha sido bien interesante porque eso significa que forma parte de la estrategia de desarrollo local en teoría de la ciudad y que el gobierno municipal lo está atendiendo. Tenemos al Centro Provincial de Cine como titular y eso en principio es fantástico porque nos permite establecer alianzas y sobre todo nos permitiría que el proyecto fuera sostenible estableciendo un grupo de estrategias y demás. Lo que pasa es que todavía los decisores no consiguen asumir, asimilar que tengamos estas herramientas como parte del desarrollo local, y no lo veo siquiera como algo personal sino que todavía no existe la visión cultural para hacer uso de todos estos proyectos y convertirlos en herramientas de desarrollo local. Yo pienso, por ejemplo, la alianza con CoLab es fantástica porque no existe en el país por el momento, otra oportunidad de lograr funcionar desde el humanismo digital el uso creativo de las tecnologías y la gestión cultural.

“Aquí podemos articular lo que sería lo cultural, lo educativo, pero también lo turístico. Por aquí pasan a diario los turistas tirando fotos pero no descubren de qué manera el cine y por qué el cine ha sido tan importante dentro de esta comunidad de camagüeyanos. Yo siento también que el proyecto tiene que cumplir su propósito. Nos falta formación. Entonces hay que formar competencias digitales, hay que formar a los usuarios. Ahí nosotros tendríamos que tener nuestro aporte porque obviamente a mí mañana me regalan un Mercedes Benz pero yo que no tengo licencia, lo tendré pero sin saber usarlo. Es complejo por todos lados cómo logramos atraer a los decisores para que se conviertan en alumnos y no solamente en personas que diseñan una estrategia.”

─No quisiéramos terminar este intercambio sin referirnos al paseo de película que brindas a través del cartel interactivo. ¿Qué podemos ver hasta el momento allí?

─En el mes de diciembre del año anterior fue reconocido por la Unesco este conjunto de carteles cubanos sobre cine como parte del proyecto Memoria del Mundo. Nosotros quisimos dejarlo inaugurado el 6 de enero del 2024, fecha emblemática por otro aniversario de la Cinemateca de Cuba. En este mural vemos una parte de ese conjunto de carteles y en el entorno de la Calle de los Cines como un homenaje.

“Lo interesante de este mural es que cómo nos hemos propuesto precisamente convertir la Calle de los Cines en una calle inteligente a través del uso creativo de las tecnologías que tenemos en nuestras manos. La pared va a ser intervenida con una aplicación de realidad aumentada, lo cual va a permitir al usuario, al espectador, interactuar con esos contenidos que vamos a poner, no solo la gráfica sobre la pared sino que existirán contenidos que se podrán descargar directamente de la red local El Callejón de los Milagros, una red libre. Sería una de las tantas acciones junto a CoLab, nuestro gran aliado. Recuerden que nosotros no somos informáticos, nosotros somos promotores culturales. El Callejón de los Milagros quiere impulsar el uso creativo de las tecnologías pero en función de la gestión cultural o sea de las cuestiones vinculadas al cine, etc. y CoLab como uno de los seis laboratorios en Cuba pues es nuestro gran aliado y es lo que ha permitido que a lo largo de todos estos años y a siete años de existencia del proyecto El Callejón de los Milagros tengamos varias acciones, por ejemplo señalización digital dinámica con video, tengamos dentro del Centro de Documentación la plataforma Compendio… Hay una serie de acciones dirigidas a fomentar la transformación digital en lo que sería la cuestión cultural”.

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Leandro Pérez Pérez/ Adelante