Por la dedicatoria a Colombia, a la Feria del Libro en Camagüey no le puede faltar el realismo mágico, y de eso se encargan los organizadores, como notamos en la apertura que movió el Casino Campestre entre son, cumbia y ballenato.

Faltó el acordeón, es cierto, pero estuvo el Gabo cantado y representado hasta el detalle de los maniquíes de Teatro de Luz como personajes de Cien años de soledad: Amaranta, Úrsula, el coronel Buendía y Melquíades, aquel gitano por el que sabemos que incluso en Macondo las cosas tienen vida propia.

Bajo la dirección artística de Jesús Rueda Infante, la inauguración del evento previsto hasta el 12 de marzo, fue un espectáculo que combinó el homenaje a la tierra de Gabriel García Márquez con el afecto por Nicolás Guillén y a la pléyade de escritores del Camagüey.

El poeta y periodista Sergio Morales Vera, elegido para el discurso de bienvenida a invitados y público en general, evocó a Fidel Castro y las esencias de la Revolución Cubana con la alfabetización porque son “las ideas para defender la Patria y los arsenales son los libros”.

Esta Feria concentra su programa en el Casino Campestre, con el peso teórico en el café literario La Comarca; aunque también llegará con lecturas, presentaciones de libros e intercambios a diversas instituciones.

El Complejo Audiovisual Nuevo Mundo acoge el pabellón digital, la sede de la Fundación Nicolás Guillén se abre a la poesía; y el centro cultural Librería Ateneo-Vietnam propone conversatorios.

En el Casino Campestre resulta siempre atractivo el pabellón infantil; mientras que a unos metros está la Carpa de la Reina, donde la Asociación Hermanos Saíz pone a debate temas de ocupación de los jóvenes creadores y estimula el diálogo con sus referentes, de hecho, hoy abrió con el cantautor Frank Delgado en rol de presentador de libro y ofreció una informal clase de trova cubana.

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Leandro Pérez Pérez/ Adelante