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jueves, noviembre 21, 2024

Kike sinfónico y hasta supersticioso

A Kike Quiñones le encanta cualquier tipo de potaje y de caldo. Del cerdo asado prefiere la parte de las costillas. Si le dan a escoger, elige cerveza antes que refresco. Su persona favorita se llama Rodrigo, es el hijo. También tiene un ritual con el escenario, pero de eso hablaremos después de averiguar las pistas del espectáculo que presenta aquí con nuestra Sinfónica y otros invitados.

El proyecto de Sinfonía con de nada llevaba unos quince años engavetado porque desde la primera idea se le antojó con una gran orquesta. Para la Fiesta de la Cubanía del 2017, el pianista Frank Fernández le pidió sugerencias con vistas a un concierto en Bayamo, allá conoció al joven Javier Millet, el director de una agrupación como la que había imaginado para lo suyo. Comenzaron, pararon por la pandemia y retomaron hasta estrenar en octubre del 2022.

“El espectáculo tiene que ver con los sueños, con los deseos de la gente de crecer. Quizá la metáfora pueda estar en que uno aunque sea en los sueños es capaz de hacer lo que se propone”, contó en un receso del ensayo.

─Por lo reseñado, evocas clásicos de la música universal y de la cubana. “A Berlín en coche”, por ejemplo, nos lleva a Adalberto Álvarez y por tanto, a Camagüey…

─No se puede hacer un espectáculo musical en Cuba si no pasa por nuestra música. El guion partía solo del tratamiento a los clásicos: Mozart, Beethoven, Vivaldi, Bach… Luego me sugirió la parodia de “A Bayamo en coche” para el homenaje a Adalberto; para música cubana de concierto decidimos la fusión de María la O y Cecilia Valdés con un fragmento del espectáculo Reír es cosa muy seria que trabajé con Iván Camejo, Pagola la paga y un grupo de colegas.

“El espectáculo está lleno de guiños sutiles al teatro vernáculo, al cine silente porque utiliza también el audiovisual, a grandes músicos como Michael Jackson, al cine de Hitchcock. Es sinfónico y a la vez clásico por el juego con esas líneas”.

─También está el reconocimiento directo a Les Luthiers. El anuncio reciente del retiro de ese grupo refuerza las connotaciones de la ofrenda cubana. ¿Qué opinas?

─Sí, hablando de clásicos Les Luthiers es uno. Lo digo con todas las letras. Es el grupo humorístico iberoamericano más importante de todos los tiempos. No hay otro que se le pueda equiparar, ni siquiera de lejos. Referente importante para nuestra generación de humoristas, de hecho, yo creo que el movimiento de los ochenta estuvo muy influenciado por Les Luthiers, y el de los noventa también. En mis espectáculos hago homenajes. Lo hice al maestro Luis Carbonell, a diferentes personalidades. Ahora, el número La hija de Escipión va en particular por Daniel Rabinovich, de quien fui amigo.

─Sinfonía con de nada se promueve como unipersonal pero con invitados, ¿de quiénes hablamos?

─Comenzó como unipersonal y ha crecido. Se me fueron ocurriendo cosas. Invité a Michel Pentón, que hace de utility en diferentes momentos. Me auxilié de cuatro músicos bayameses que actúan, un aderezo especial. Está la actriz Mireyita Abreu, del dúo Caricare. El espectáculo tiene mucho de experimento, de probar y fusionar, de que puedan explorar otras potencialidades.

─Nunca he estado en el teatro de Bayamo, pero leí en La Jiribilla la crítica de Marilyn Garbey al desaprovechamiento del espacio. ¿Pasaría aquí también?

─Respeto mucho el criterio y Marilyn es una voz autorizadísima, lo que pasa es que como homenaje al vernáculo lleva la frontalidad en la representación, o sea, no hay una búsqueda escénica. Este tipo de teatro se basa más en la enunciación que en la acción física; y por eso no me preocupé. Lo vas a ver aquí tal cual, así que la crítica va a seguir.

“Desde su perspectiva me parece bien, es lógico que se podía haber dispuesto de otra manera, pero para eso tendría que disponer de otra manera la orquesta y yo quería que estuviera presente todo el tiempo. Los músicos se convierten en actores y espectadores. La hija de Escipión es muy frontal todo el tiempo, Cecilia de la O igual. Mis momentos tienden al stand up comedy, aunque haga el personaje del director de orquesta. Las entradas de Michel igual son efímeras. Todo está trabajado con la premisa de presentación del vernáculo cubano”.

─Traes el corazón del espectáculo con los bayameses, pero ¿cómo te ha ido con los camagüeyanos?

─Primero tengo que ponderar el trabajo de Javier Millet, que domina muy bien todo lo que estamos haciendo, entonces él adelanta un tramo con la orquesta. No es lo mismo una orquesta que otra, ni las personas, ni los conceptos musicales. Eso me va nutriendo de una manera extraordinaria. He encontrado músicos muy profesionales. Son más atrevidos que yo porque se atreven a que los dirija. En un ensayo una muchacha le dijo a Javier: “Lo que está haciendo Kike delante de la orquesta se entiende muy bien”…

─Entonces, te puedes dedicar a dirigir orquesta…

─No creo… Eso lleva mucho estudio. Realmente ha sido muy bonito intercambiar con los músicos camagüeyanos. Se están enfrentando a esas partituras casi de primera vista, lo que pasa es que son muy buenos. La orquesta suena muy bien. Suena diferente a la de Bayamo. Ese nivel profesional la hace más sólida. El proceso antes de la puesta ha sido rico.

─Te hemos visto a través de la televisión con el programa El humor se piensa. Eso dice de tu defensa de que también se investiga. ¿Cuán lejos o cerca estamos de tener verdadera conciencia al respecto?

─Estamos muy lejos los creadores y los públicos. Los creadores porque hay una generación nueva que ha estudiado un poquito más, y tiene una concepción contemporánea del humor que no es la que de manera general defendemos. Eso se moldea porque son estudiantes, muchos graduados universitarios, como sucede cada vez que hay una oleada de humoristas. Un grupo estudia, se supera; pero en otro, nada desechable en cuanto a números, no sucede.

“Con respecto a los públicos, estos subvaloran el tema del humor porque lo simplifica al hecho de la risa, de la carcajada o de manejar temas escabrosos, agudos… El humor tiene esas cosas pero tiene otras, y en ese estudio, en ese desmenuzar por dentro los mecanismos que producen el humor en Cuba estamos lejos hoy de lo que pasa en el mundo, de la importancia que a eso se le concede en el mundo.

“Hace unos años me hice máster en procesos culturales cubanos. Mi tema va dedicado al humor. Ahora voy a entrar a un doctorado también que tiene que ver con esto, pero estamos lejos. Tú dices voy a buscar bibliografía cubana sobre el humor y que hable del pensamiento alrededor del humor y eso en Cuba no existe”.

─Fuiste director de una institución y se aspira a que seas decano. ¿Nos adelantas algo?

─Eso está en fase de propuesta. Me honra mucho que piensen en mí. La facultad ha sido dirigida por personalidades relevantes, incluido uno de mis maestros, Armando Suárez del Villar. Respeto mucho ese trabajo. Es complicado desde el punto de vista metodológico, de programas, lleva mucha preparación. A mí nunca las cosas se me han dado fáciles.

“Estuve 10 años dirigiendo el Centro Promotor del Humor, que es terrible, pero me resultó más fácil a partir de que dirigí a gente de mi generación con los que tenía la comunicación obvia, de trabajar juntos, intercambiar juntos, pasar necesidades juntos y alcanzar logros juntos. Había un entendimiento que fluía sin muchos problemas, aunque había muchos problemas. Ya esto del decanato es otra cosa, y lo estoy mirando con tiempo y desde lejos todavía. De ese tema preferiría no hablar todavía a fondo”.

─¿Te ha pasado que dices algo pero no se te toma en serio porque ven en ti el personaje y no el Kike natural?

─Chica, yo no sé por qué, pero he tenido suerte en ese sentido. La gente me escucha cuando digo mis criterios. Tal vez porque soy de los humoristas que normalmente no tiende a hacer chistes en los lugares que no son el escenario. Me divierto, pero trato de distanciarme del Kike de la escena con el otro más tímido, encerrado muchas veces en sí mismo. La gente me escucha y me asume en serio, quizá porque mis ojos expresan mucho cuando hablo.

─¿Tienes alguna superstición?

─Sí. A escena no puedo entrar por otro lugar que no sea por la izquierda y haciendo casi como un abanico hacia el centro. Está dentro de las técnicas teatrales, pero de pronto en un espectáculo tú no puedes sacar a todo el mundo por donde mismo, pero siempre digo que la izquierda es la mía.

─El mejor humorista para ti es… ¿cuál?

─El que me hace reír y pensar.

─¿A qué dedicas tu tiempo de ocio?

─A jugar pelota.

─Para seguir por la cuerda de los gustos, háblame de tu sabor y de tu color…

─Nunca había pensado en mi sabor favorito pero debe estar por el mantecado. Y como soy ecuménico, me gustan todos los colores, todos tienen cosas lindas.

─¿Y de Camagüey?

─Su público me seduce, me invita a venir siempre. Espero que me acompañen y que la pasen bien en el coliseo de Camagüey.

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante