Un ensayo de Arlequín
“¿Cuál es su parte favorita de ser bailarines?”, preguntó la niña de siete años que es la más pequeña brigadista de Venceremos, grupo de 73 estadounidenses solidarios con Cuba. Desde el Conjunto Artístico Arlequín la respuesta fue inmediata: “La alegría del público como los vemos a ustedes en este momento”.
En el patio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey se hizo de noche en ese intercambio cultural que empezó por la demostración de bailes populares cubanos y terminó con un diálogo bilingüe entre aplausos y ovaciones.
El maestro Osmani Fustiel, director y coreógrafo, explicó de su grupo comunitario de danza de 23 años, multipremiado dentro del movimiento de artistas aficionados. Durante ese tiempo ha formado ocho generaciones de Arlequines, es decir, niños desde los siete hasta los 17 años que prefieren ir de la escuela al ensayo, por haber encontrado una motivación para ser mejores seres humanos.
“Me emociona verlos”, exclamó un profesor de una escuela pública neoyorquina con curiosidad por el requerimiento para entrar y el costo de permanecer, pues sus alumnos, aseguró, no tienen acceso a actividades públicas como esa.
Las clases son gratis, aclaró Osmani; sí hay condiciones necesarias como tener buen oído y ritmo. El verdadero tributo para él consiste en que ellos demuestran en todos los escenarios posibles cuánto saben y disfrutan aprendiendo.
Los visitantes se interesaron por el acceso a la enseñanza artística y las oportunidades de concurso; incluso una joven contó que de niña estuvo en la compañía de baile de la madre.
Con palabras siempre bonitas reconocieron la presentación, elogiaron el talento, agradecieron la amabilidad al compartir tanta energía y cariño, ingredientes de una experiencia intergeneracional a lo interno del grupo y con los cubanos.
Los camagüeyanos bailaron tres variantes de son, merengue, pilón, rumba, casino y cerraron la última coreografía con una clave cubana tocada con las palmas de las manos, multiplicadas por los amigos cuyo objetivo en la edición 51 de la Brigada Venceremos quedó bien claro en la lectura final de la niña de siete años a dúo con una adolescente: “Muchas gracias por todo lo que han hecho por nosotros. ¡Abajo el bloqueo!”
RETRATO A PRIMERA VISTA
La profesora Evelyn Reynolds conoce Cuba por primera vez y en un rápido intercambio de impresiones para Adelante, ha pintado un cuadro de virtudes, colores para redescubrirnos al mirar más allá de la vista fija en el ombligo de nuestras desdichas cotidianas.
“Cuba es un país muy colorido, vibrante, lleno de propósitos, de luchas, pero lo más importante, de amor. Estoy muy impresionada del valor que se le da a la contribución de la juventud al proyecto nacional. Eso tiene mucho que ver con el logro de una sociedad cooperativa y solidaria, basada en la confianza mutua y la buena voluntad”.
─Ha caminado la ciudad un día normal, ¿qué más llamó su atención?
─Ver cómo la Revolución está reflejada en las expresiones culturales, ya sea el canto, la música, la pintura, el audiovisual. El otro día conocí a una profesora universitaria y la he encontrado otras veces en lugares diferentes. Es un ejemplo de cómo hay una cooperación entre las personas independientemente de su trabajo u origen social. Trabajadores, universitarios, políticos… todos coexisten. En cada espacio está la imbricación Cultura-Revolución.
─Se puede aspirar a un mundo mejor, pero se empieza a cambiar desde uno mismo. ¿Cuánto la transforma lo vivido en Camagüey?
─Cuba es única en el mundo. No creo que haya un pueblo como ustedes. Además estoy muy impresionada por cómo los mueven mucho las virtudes, el sentido de libertad, de solidaridad, de lucha constante por el mejoramiento del proyecto social que están construyendo. Me llevo esa enseñanza y la trasladaré a mis estudiantes, a mis amigos, a mi familia. Mostraré todo lo aprendido aquí.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: De la autora