Zoraida habla bailando
Zoraida Hernández Calvo era una niña intranquila. Cuando mira a las nietas se ve a sí misma, todo un remolino de alegría. Ya tiene 62 años de edad y no hay manera de que pierda la posición erguida de bailarina ni el contoneo al hablar, como en permanente coreografía, porque para ella cada instante de su vida ha estado marcado por el movimiento de la danza.
Adoraba el campamento de educación artística en Ciego de Ávila, donde aprendió pasos y ritmos cuando estaba en la secundaria. Con esa base aprobó un curso emergente para instructores de arte en Siboney, La Habana, por convocatoria de Fidel Castro.
“Aquí empecé a trabajar a los 16 años, en el ’76, y hasta la fecha”, cuenta de la Casa de Cultura Luz Palomares, en Guáimaro, donde imparte talleres a niños, pues de los jóvenes y adultos se encarga su hijo Randoll Machado Hernández..
A Zoraida la llena de orgullo que sus niños sigan el camino profesional.
A Zoraida la llena de orgullo que sus niños sigan el camino profesional.
─¿Cuánto debe dominar un instructor?
─A un instructor no puede faltarle la emoción del artista. Nos enseñan bailes de diferentes regiones, latinoamericanos, europeos y los cubanos que para nosotros son los más importantes. Siempre me voy por lo tradicional, para enriquecerlo, hacer cosas espectaculares, aunque ahora casi no hay recursos, ni equipo ni ropa ni maquillaje… Los padres me apoyan, gracias a eso he podido desarrollar la danza en este municipio.
─Su labor además de enseñar a hacerlo bien es llevar a la escena la tradición, pero ¿qué pasa en una fiesta familiar donde esté Zoraida?
─La instructora soy yo pero mis hermanas saben bailar bien. Armamos una rueda de casino en un dos por tres. Te cuento una anécdota. Somos cuatro hermanas. Como éramos tan humildes no nos celebraron los quince, pero ya “viejitas” lo hicimos juntas, bailamos vals, hicimos Bailando suave y hasta me tiré como en la película. Eso se hace en una familia divertida.
Zoraida cuenta más. Si en la casa escucha una música enseguida imagina algo. “La creación está constantemente en mí, con alegría, y las cosas me salen”, dice con modestia mientras recuerda la Fiesta de la Danza en que ganó el Gran Premio por una coreografía con enanos. También menciona sus espectáculos infantiles en Guáimaro, pues ha puesto en escena a 200 niños.
En el Parque de la Constitución con sus nietas.
En el Parque de la Constitución con sus nietas.
─En medio de la situación actual, ¿para qué sirve la danza?
─Uno se acongoja pero de momento hay cosas sin soluciones. Sin embargo, tenemos un director entusiasta, Desiderio Borroto, una personalidad, para mí lo máximo de la cultura en este pueblo. Con él y el grupo de jóvenes de Randoll nos vamos para la terminal. Si hay corriente instalamos la “tarequera” y bailamos. Por lo menos ese rato la gente no está pensando en si viene la guagua o cuánto cuesta el camión, tiene un momento de salir del bache. Eso pueden la danza y la música. La cultura en estos momentos es vital.
La 41 Edición de la Fiesta Provincial de la Danza, prevista 11 y 12 de noviembre en la ciudad de Camagüey, celebrará los 46 años de trayectoria de la instructora Zoraida, quien recibirá la distinción Espejo de Paciencia. Enhorabuena.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Cortesía de la entrevistada