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domingo, noviembre 24, 2024

Cuba recuerda al camagüeyano Adalberto Álvarez a un año de su fallecimiento

La Habana- Mucho le debe la música cubana –en especial el son– al músico, compositor, arreglista y director de orquesta Adalberto Álvarez, conocido internacionalmente como El Caballero del Son.

Gracias a su constante preocupación e interés por mantener vivo el género por más de 40 años, Cuba y su cultura cuentan hoy con el Festival Nacional del Son, del cual fue su presidente y principal promotor.

Su empeño y ejemplo mucho tuvo que ver en la creación del Día del Son, el cual se celebra cada 8 de mayo, en homenaje a figuras como Miguel Matamoros e Ignacio Piñeiro, entre otros grandes soneros; en que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de nuestro país declarara el Son como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, y para que en algún momento, el ritmo al que le dedicó prácticamente su vida, sea declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Premio Nacional de Música en 2008, el maestro, recordado más allá de sus agrupaciones Son 14 y Adalberto Álvarez y su Son, está hoy presente entre nosotros. Mantuvo por décadas la defensa de nuestras raíces musicales, las que cultivó con gran rigor, como uno de los representantes más completos en la ejecución de nuestra música popular bailable.

Ello y su forma de vivir apegada a la familia, a los amigos, a sus compañeros de labor, junto a su defensa fiel de nuestra cubanía, le hicieron ganarse el respeto y el amor no solo del pueblo de Cuba, sino de muchas partes del mundo. Su partida, que hará este 1ro. de septiembre un año, causó una gran conmoción.

La unidad por la que siempre luchó entre todos los músicos de la Isla fue una constante en su carrera artística, unidad que vio concretarse finalmente con la creación de la Alianza Musical de Cuba, que presidió y que hubiera presidido siempre de no haberlo sorprendido la muerte a la edad de 72 años.

Sus composiciones son clásicas. Intérpretes de muchas partes del mundo han incorporado a sus repertorios sus temas, reconocidos por el valor de sus letras y arreglos. Entre todos, es imposible dejar de mencionar a su colega y amigo, el puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, el Caballero de la Salsa.

Fue Adalberto el músico que se preocupó también por ayudar a los más jóvenes, a aquellos que queriendo seguir su camino y los de otros grandes músicos, les extendió siempre su mano.

Lo recuerdo durante una de sus visitas a la Escuela Nacional de Arte (ENA), de la cual se graduó en 1972, en la que no escatimó compartir con los alumnos consejos y anécdotas. En Camagüey, su tierra natal, fue profesor de literatura musical en la Escuela Provincial de Arte desde 1973 hasta 1978.

Su carrera discográfica es extensa. Más de un Premio Cubadisco reconoció su labor musical. El mundo lo vio hacer de sus escenarios un volcán musical y el casino lo tuvo entre sus principales promotores dentro y fuera del país.

Hoy, Brayan Álvarez Perodí, el menor de los hijos varones de Adalberto Álvarez, da continuidad al trabajo que llevó a cabo su padre, sonero de pura cepa, cuya mayor satisfacción en su vida fue (y seguirá siendo) la de hacer bailar a su público.

Texto y foto: Granma