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jueves, noviembre 21, 2024

La Andariega

Estoy medio tristona”, dijo Liz Dianelis Barreira Carneado al contar de su próxima salida del elenco de La Andariega. Tenía seis años cuando entró y anda de camino a los quince. Su sentimiento también lo hemos visto en otros rostros de niños, adolescentes, jóvenes, profundamente marcados por la experiencia creativa y humana de esta compañía infantil de teatro y danza.

Liz habla de seguir adelante, con la madurez con que un adulto encuentra el sentido a nuevos caminos, a pesar de la pérdida; aunque ella, como tampoco quienes la precedieron, logrará irse del todo de su grupo.

Entre los personajes se lleva el de Una cucarachita llamada Martina, porque la hizo mejor actriz; y enfoca con nitidez un sueño propio: “Siempre he querido ser pediatra intensivista, pero no me gustaría dejar el teatro. Así podré llevar las presentaciones a los niños que están graves en los hospitales”.

OTRA GENERACIÓN

A Yasmani Figueredo Hernández, La Andariega también lo cambió, desde las primeras audiciones en el 2007 cuando estaba en la calle Cristo; de ahí se ausentó por el servicio militar y retorno en el 2013, cuando radicaba en Triana. De las sedes prefiere la actual en Independencia, por el parque Agramonte.

“La Andariega tiene una profundidad en la cual ha sabido llegar siempre a los corazones de las personas que están dentro, son capaces de lo que dan, darlo desde el corazón”, asegura.

Debutó como actor en Gol y ha disfrutado roles en la comedia musical de calle No pero Sí. Aconsejado por la dirección, pasó un curso de operador y grabador musical. Eso hace sin dejar de lucir en escena. En la apertura del Festival Teatrino hizo de director de la clínica estomatológica en la obra La boca loca.

“El niño transmite mensajes extraordinarios. Nosotros cuidamos que el niño sea niño”, destacó Yasmani.

PREMIADOS DE HOY

En el evento provincial Entre gestos y palabras, la compañía ganó un premio por Un pastel de chocolate, y el gran premio por Mi mamá tiene una olla en la cabeza, en la que María Karla Piñero López y Geyler Morales Ramírez merecieron los galardones de actuación femenina y masculina.

Ambos estudiaron en la escuela primaria Renato Guitart y cursan la secundaria Inés Luaces, a diferencia de Liz, piensan aplicar a las pruebas de teatro para entrar a la Academia de las Artes Vicentina de la Torre.

En La Andariega, María Karla tiene una aspiración: “Quisiera hacer Melisa de Érase una vez. Entré sabiendo solo cantar, y he avanzado por la ayuda de mis profesores. Gracias a ellos cogí mi gran premio.”

Geyler no esperaba ganar. Es curioso cómo valoran el proceso de clases, ensayos y funciones cotidianas, y por encima de todo, el tiempo de vida compartido: “Estábamos locos por que se acabara la cuarentena. Las obras son como la vida real, pero escritas y un poco falsescas. A veces falta público, pero siempre hay gente para sentirnos bien. Aunque haya tres personas, damos la función como si fueran miles”.

DE MADRE E INSTRUCTORES

La madre de Geyler acudió a la entrevista en nombre de las familias, esforzadas, que se paran encima del cansancio para acompañar el cauce cultural de sus hijos. Allí tiene a los dos niños. Ensayan de lunes a viernes, y los sábados cuando no hay función.

“Mi niño estuvo en gimnasia, natación y lucha. Oímos por la radio la promoción de audiciones. Lo apoyo porque veo su interés y la seriedad, el amor, la confianza con que se trabaja en La Andariega”, contó Gelanys Ramírez Cámbara, profesora de Educación Física en la escuela especial Ignacio Agramonte.

Los especialistas reconocen la influencia de la familia y la responsabilidad de los aficionados. Por eso, la instructora de teatro Esmeralda González Suárez enfatiza: “El resultado es montar con calidad una obra, que el espectador se vaya emocionado y el padre se sienta orgulloso de su niño”.

Ella y su colega de artes plásticas, Anyel Corredera Cruz, recibieron la Distinción por la Educación Cubana. Oriundo de Fomento, hace de la visualidad de La Andariega un espectáculo en sí mismo.

“Pasa algo, tenemos funciones, damos talleres de verano, vamos a las comunidades pero hay como un distanciamiento del público. Ha disminuido el trabajo de los instructores en las escuelas. Hace falta promocionar el arte”, señala Anyel, que de atrezzista pasó a profesor de actuación y asistente de dirección.

EL DIRECTOR

El tiempo, el teatro hace que Leonardo Richard Rodríguez descorra el telón de su timidez para conversar. El 23 de marzo celebró los 26 años del grupo fundado con Luis Orlando Antúnez Zayas, Bambino.

—Relátame breve tu gran historia

—Dos creadores con el porvenir por delante deciden aventurarse. Coinciden en las puertas de un teatro con niños que tienen sus mismos sueños. Se quitan los zapatos para una travesía más cómoda y comienzan a caminar. Las dificultades en el comienzo, por la falta de recursos y de una sede, conllevaron al teatro callejero.

—¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje como dramaturgo?

—Es muy saludable el vínculo directo del director y el dramaturgo; y un reto porque cambian las generaciones, los contextos, y nosotros creemos en la política de repertorio con obras al día.

—Defiendes un proyecto con aficionados, etiqueta que a nivel de mentalidades cuelga el cartelito injusto de “arte menor”. ¿Por qué insistes?

—A veces, en solitario, me pongo a pensar en cómo es posible que uno no desista. No encuentro respuesta. La Andariega ha logrado sobrevivir por ese quehacer de cada generación de creadores que convierte lo proyectado en una carrera de relevos, y de avance hacia un mismo objetivo.

—¿Qué identificas como los retos actuales?

—Están precisamente en las nuevas generaciones, y las familias. La sobreprotección por una parte y la sobreexposición por otra, ante lo negativo que nos rodea. El uso irracional de las tecnologías ha influido en la falta de imaginación en los niños, y ha dificultado un entendimiento con el contexto creativo actual.

—¿A qué aspira hoy La Andariega?

—A mantenernos activos en nuestra labor, seguir convocando al público, continuar con las temporadas. Aspiramos a participar en el Festival Internacional de Artes Escénicas para Niños, en Toyama, Japón. Aplicamos con la obra A las 3 de 1 vez. Desde el 2019 fuimos seleccionados por la Asociación Internacional de Teatro Amateur (AITA), en Cuba. Somos los únicos de Latinoamérica. Que se materialice no depende de nosotros. Debemos mirar hacia un mismo horizonte como se suele hacer en Cuba cuando se trata de un interés común.

Por Yanetsy León González/Adelante