Clase de actuación con Roberto Gacio
El actor y teatrólogo Roberto Gacio nació en Camagüey hace 81 años e hizo carrera en La Habana. A mediados de marzo cumplió su nueva vuelta al sol, y ahora en esta ciudad celebra la vida con pruebas de sus plenas facultades.
Desempeña un rol protagónico en la jornada El teatro que habito, organizada del 24 al 27 de este mes por el Consejo Provincial de Artes Escénicas, que le encargó dos conferencias, un taller y criterios de las puestas.
“El teatro no es exactamente la vida. Es una recreación de la vida, pero para hacer esa recreación hay que partir de la lógica de la propia vida”, afirmó poco después de destacar la utilidad de esta expresión artística para mejorar a los demás porque “el teatro es un lugar donde están las emociones, las ideas”.
Aquí empezó la cadena de acciones por la Academia de las Artes Vicentina de la Torre, con teoría y práctica a partir de reflexiones sobre conceptos de la actuación, énfasis en principios del teatro pobre y ejercicios de Jerzy Grotowski.
Roberto Gacio ha sido formado por maestros-escuelas de la experimentación, el más cercano, Vicente Revuelta, a quien él y otros jovencitos como Flora Lauten convenció para fundar y liderar los procesos del grupo Los Doce (1968-1970)
“Cada proceso es único. No puedes estar repitiendo fórmulas. Si no crees en lo que estás haciendo, no te puede salir bien. Esa es una regla, y otra, la investigación”, entonces añadió que el camino se aclara por la tercera lectura del texto.
“Me opongo a decir que lo mejor es el trabajo de laboratorio. Cada cual que haga lo que haga, pero que lo haga bien”, sentenció una mañana llena de anécdotas y de evocación a colegas como Berta Martínez, una voz rica en intenciones.
En pocos minutos logró la atención de alumnos de Actuación y de Instructores de Arte, con un relato de su vida que incluye el extraño caso del actor que además estudió Teatrología, segundo título universitario con fecha de 1981, porque recibió el de Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas en 1977.
“La actuación es un juego muy serio, lleno de normas, principios o tareas fundamentales a respetar según la poética del director”, insistió en la “Vicentina”, en un salón con ventanas abiertas a la calle, por el revés de un apagón eléctrico.
Tal vez no escuchaban por primera vez Los Doce, una leyenda en la historia del teatro cubano, pero allí conocían a Roberto Gacio, porque no tienen edad ni vivencias audiovisuales como para recordarlo en películas, series y telenovelas.
Aquel viejito del bastón dio una gran lección de sapiencia irradiada con humildad, a partir de las respuestas a su pregunta de qué es el teatro. Ofreció un viaje a Bertolt Brecht, Konstantin Stanislavski, Jerzy Grotowski y Michael Chéjov, de quien tomaría el ejercicio de cierre para la búsqueda de centros de irradiación.
“No se actúa para mostrar la técnica, se actúa para mostrar contenido”, fue para los jovencitos aprendices otra de las grandes lecciones del Maestro de Juventudes (distinguido así por la Asociación Hermanos Saíz en 2020 Además, recomendó aprender a conocerse, explorar personalidades desde lo incómodo para identificar los límites propios.
Sobre el tabloncillo de la “Vicentina” contó de su retiro de la escena en el 2019 con el rol de Tabo en Un juego peligroso (confesiones de dos actores desesperados), versión de Dos viejos pánicos del dramaturgo Virgilio Piñera.
En cambio, no es muy creíble lo del retiro, porque Roberto Gacio, con 81 años, es de los más entusiastas de la jornada camagüeyana, y la clave de esa energía bulle en las notas del cierre de este taller: “El actor tiene que tener armas para defenderse, lugares donde afianzarse. Lo más importante es ser vivo”.
Por Yanetsy León González/ Adelante
Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante