Escenas del progreso
El progreso como idea y realidad es tendencia hereditaria en Camagüey. Lleva siglos como la marca de nacimiento lucida con orgullo, por entre las grandes preguntas y respuestas de cada época.
Unos, a título personal, han dado riendas a proyectos; otros han acortado distancias por la articulación institucional. Hoy, el ejemplo más claro comienza con Gaspar Betancourt Cisneros en el siglo XIX al trazar los primeros tramos de una cultura de viaje y de vida que ahora enaltece nuestro Museo Ferroviario.
Ese proyecto conducido por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC) era una utopía, como toda aspiración a lograr algo diferente y actual. Implicó los desvelos propios de la terquedad de quienes no dejan para el mañana lo que pueden gestionar con inteligencia y construir a conciencia.
La inauguración este jueves no fue un acto de alarde de la OHCC justo el día de su cumpleaños 25, sino la confirmación de su ruta para destacar los valores del espacio público y ensanchar los usos de la ciudad a partir de las maneras creativas de preservar y compartir el patrimonio.
Todavía no está completo porque faltan condiciones de climatización, aunque echa a andar la experiencia de la travesía. A bordo de las memorias y las historias ha de sumar a todas las generaciones posibles con afán por el mejoramiento de la condición humana. En ese sentido, el Museo Ferroviario nunca será una obra redonda, por situar como destino el infinito.
Evidentemente, la idea del desarrollo también marcará la construcción cotidiana de ese relato de edificios, memorias y expectativas de habitantes. Que la patria chica sea un espacio de bienestar y felicidad hala como locomotora de sueños en marcha al futuro.
Por Yanetsy León González/Adelante
Foto: Alejandro Rodríguez Leiva / Adelante