Portal Cultural de Camagüey

jueves, noviembre 21, 2024

Qué manera de querer ser en Camagüey

La gala inicial de la Semana de la Cultura Camagüeyana fue anoche en el Teatro Principal como ese beso tierno del hijo amoroso que se esmera, que cuida, que agradece a su madre, y esa madre es Camagüey.

Todo lo que representa este terruño de llanuras y también elevaciones espirituales en el pecho de Cuba, estuvo allí, tejido en un espectáculo para reír y llorar, y por encima de todo, para dar lustre al arraigo.

El público llegó protegido contra la frialdad de estos días, y muy rápido recibió la calidez de sus artistas inspirados, primorosos y envueltos en los aromas y los colores de los arreglos florales con gladiolos, rosas y azucenas.

Tocó al Dúo Voces iniciar con la melodiosa canción Ángel y habaneras; y más tarde regresó con Tu fiel trovador, abriendo paso no solo al actor Jorge Ryan, sino al segmento de homenaje a Adalberto Álvarez.

Porque esta Semana es la primera sin El Caballero del Son, que en gloria ha de seguir en el imaginario de su pueblo; y así será también sobre los escenarios camagüeyanos donde se seguirá cantando su prolífera obra.

Así ha pasado con Nicolás Guillén, nacido en esta ciudad, querido y recordado por su mirada aguda y su palabra precisa para cada momento, para cada emoción. Anoche estuvo en la estampa bufa del Negro bembón interpretado a la medida por Javier del Toro, y por la mulata avivada por Mirtha Lidia Pedro.

Y qué manera de aplaudir y de cantar a Yaima Sáez, camagüeyana con voz inigualable, una voz que puede ser caricia y también tempestad. Su pequeño concierto intercalado llegó como un regalo maravilloso a sus coterráneos.

Asentada hace varios años en La Habana, ella nunca se ha ido de esta ciudad porque aquí vive parte de su familia, porque aquí están amigos, colegas y un público natural que la sigue por las noticias y la espera siempre.

Yaima Sáez compartió su carta de triunfo, o mejor dicho, su hit parade como le vaticinara el maestro Luis Carbonell con La Mazucamba; interpretó otros temas, cubanísimos, elogió a los músicos de Camagua por la profesionalidad; se despidió recordando a Adalberto Álvarez y deseando “que su luz nos proteja”.

La gala duró una hora, pero dejó la sensación de un soplo de minutos por la organicidad de una puesta ágil, brillante y sorpresiva, aunque de antemano en las redes sociales circularan los nombres del elenco.

El maestro Fernando Medrano es, sin dudas, un experto en galas, un director artístico con talento peculiar para hacer del espectáculo variado una joya de piedras diferentes pero preciosas, donde cada cual brilla en el instante preciso.

La gala llevó por título Camagua y sus invitados, porque esa agrupación folclórica recibe la dedicatoria de esta Semana, por sus resonancias en una década de música y baile, forjada como puente al mundo de la tradición y el folclor cubano.

Su grupo acompañó a los solistas y sus bailarines conformaron un cuadro de estampas de identidad a través de los vestuarios y de las coreografías con parejas sincrónicas, expresivas del goce de quienes se reconocen en sus ritmos.

La Semana de la Cultura Camagüeyana se mueve y conmueve, se ha propuesto un ajiaco de ingredientes artísticos e intelectuales, se cocina con los fuegos de la pasión y de la razón, fuegos ardientes e irrepetibles como las luces de nuestros modos de vida, de nuestras maneras de querer ser.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante