Portal Cultural de Camagüey

domingo, noviembre 24, 2024

Laboratorio social detrás del ciberchancleteo

Hace menos de un mes se conmemoraba el aniversario 60 de Palabras a los intelectuales, ese discurso de Fidel Castro con vigencia escalofriante por lo que omiten o tergiversan quienes sacan mejor provecho al inducir las divisiones en bandos.

Lo más importante no puede encerrarse en “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”, probablemente la frase más sacada de contexto, y con la que se ha engordado tanta saña. Entonces y ahora la virtud sigue estando en la capacidad de diálogo, en la voluntad de edificar el consenso.

Al llegar a este punto, inevitablemente pienso en Desiderio Navarro, cuando desde esta misma página, en el año 2016, al responder a la pregunta de cuál es lugar del intelectual cubano en esa línea de tensión Estados Unidos-Cuba, insistió en que las ideas hay que saber defenderlas en la lucha ideológica:

“En este nuevo período de democratización tecnológica y máxima apertura a la presencia personal y cultural extranjera es cuando, si se quiere defender las propias ideas, se tendrá que hacer mediante una verdadera lucha ideológica: escuchar, analizar, explicar, argumentar y contrargumentar. De imponer habrá que pasar a proponer. Para defender no se podrá ofender. Y para vencer habrá que convencer”. Desiderio Navarro.

En un video publicado en junio dedicado a Palabras a los intelectuales, el investigador Luis Álvarez justipreciaba la posibilidad de proyectar preocupaciones, temores, satisfacciones, esperanzas e identificaba como legado del discurso “la necesidad del compromiso pero el compromiso significa entre otras cosas, alcanzar una actitud de autoconocimiento y de conocimiento”.

A partir de los disturbios del 11 de julio pasado, afloran actos de reafirmación revolucionaria. Regina Balaguer, directora del Ballet de Camagüey, afirma: “Somos la continuidad de la generación histórica. Ninguna falsa noticia puede opacar las realidades y los logros de este país, de esta Revolución”.

Con sencillez, Norberto Puentes, director de la Orquesta Maravilla de Florida, expresa: “Estamos en contra de la violencia, del vandalismo, de los mensajes de odio. Queremos tranquilidad para nuestra familia, para nuestro pueblo”.

El cantautor Antonio Batista saca la letra Los hipócritas ausentes, que empieza así: Me quieren invitar/ a una fiesta falsos duendes./ Sus demonios quieren devorar/ la visión de buenos lentes,/ la visión de lo vivido,/ la visión de un cantar,/ la visión de los que han muerto,/ la visión de mi andar.

Las muchachas del Dúo Voces, Teresita Romero y Marina Collazo, enfatizan en su orgullo de ser cubanas, con el agradecimiento por la formación en el sistema de enseñanza artística y las oportunidades que ha dado la Revolución.

Omar González Catá, director de la institución Proyecto eJo, hace un llamado “a la paz, a la decencia, a la inteligencia, a la cultura, al diálogo inteligente como única vía de poder lograr los objetivos que uno se trace en la vida”.

El actor y narrador oral, Grabiel Castillo empieza contando la historia de una lombriz, un pez y un pescador, y termina: “Como ciudadano cubano, creo mi deber estar al lado del Estado, pero también creo mi deber exigirle a ese Estado use los recursos necesarios para conservar la paz ciudadana. Critiquemos lo que tenga que ser criticado. Cambiemos lo que tenga que ser cambiado, pero hagámoslo desde el diálogo y la paz. Leguemos a los futuros jóvenes una Cuba sin nuestras deudas, sin nuestros errores, sin nuestros problemas. Una Cuba en paz y para los cubanos”.

Navegando por la tempestad de las redes sociales hay más videos, más palabras, más acciones. Y cruzando por esas aguas turbulentas emergen frases, comentarios, reflexiones de personas inteligentes, profundas, serias… pero que en materia de comunicación en el escenario digital no saben el terreno que pisan, no sospechan que es campo minado.

Una tarde, de la misma semana del “11J”, sesionó el foro Comunicación, cultura y desarrollo sostenible según la propuesta de la Agenda 2030 de la Unesco. Allí, el catedrático mexicano Jesús Galindo Cáceres expuso acerca del proyecto de ingeniería en comunicación social:

“La cultura para la ingeniería en comunicación es el pasado. La cultura para la ingeniería son sistemas de información que genealógicamente prescriben el presente a partir de su desarrollo, constitución y consolidación en el pasado. Lo que somos en el presente que viene del pasado, eso son sistemas de información y eso es lo que se parece al concepto tradicional de cultura de antropólogos y otros. Entonces aquí, el punto clave es que para la ingeniería, la noción de cultura está asociada al pasado que prescribe el presente. En oposición, la comunicación está hecha del presente, el presente que inactiva, que modifica o cambia o no al pasado que determina al presente; es decir, la comunicación es la posibilidad de construir en el presente un escenario distinto al pasado, y por lo tanto un futuro que también será distinto a ese pasado. Si la cultura, su prescripción, vence, entonces la comunicación es sometida a la forma de la cultura, y la cultura se reproduce, o sea, el presente es una proyección del pasado, y el futuro es una repetición del pasado. En cambio, si la comunicación, que es el presente en activo en movimiento constructivo, vence a la cultura, el pasado no se reproduce. El futuro será distinto al pasado gracias a que en el presente sucedió algo que lo modificó. Eso es la comunicación para la ingeniería. Entonces, la ingeniería lo que básicamente hace es diagnosticar la presencia del pasado en el presente, la cultura, para a partir de ahí ver lo que conviene del pasado en el presente hacia el futuro, y qué no, y por lo tanto reforzar los elementos de configuración del presente”. Jesús Galindo Cáceres

He aquí los hilos invisibles que se mueven en laboratorios con la frialdad de los algoritmos. El sentido de defender la cultura, para nosotros, los cubanos, ha estado marcado por la significación de salvar nuestra libertad. Queda de nuestra parte saber de manera consciente cuánto está en juego, simbólica y objetivamente hablando; esgrimir los argumentos incuestionables de lo que somos, de lo que hemos construido, de lo que aspiramos en colectivo.

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Alberto Santos/ Colaborador