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sábado, noviembre 23, 2024

Orígenes del San Juan Camagüeyano

El San Juan camagüeyano surgió fortuitamente en un mes de junio de hace tres siglos. Sus inicios se sitúan en el período caracterizado por un gran poderío económico en la comarca de Puerto Príncipe, auge alcanzado por las fabulosas ventas de ganado que se realizaban en la Villa.

Desde los extensos pastizales de nuestra geografía llegaban hacendados y peones que para realizar sus transacciones, y concentrados en los alrededores de la población, pasaban año tras año este a veces lluvioso mes. Estas largas esperas originaron reuniones familiares, encuentros entre amigos, fiestas y paseos que de alguna u otra forma hemos heredado.

Las actividades paralelas a las económicas siempre terminaban en carreras de caballos, con la participación activa de los peones. Se celebraban en el camino principal de la Villa, por lo que lo denominaron calle de «Las Carreras» (hoy Avellaneda). Posteriormente adoptó el nombre de «San Juan», porque se quería apareciera de manera oficial el patronímico del santo, festividad que celebraban el día 24 de junio y que se convirtió en el mayor exponente de la ciudad.

Competiciones y festejos de los monteros llegaron a una población que participaba e introducía sus costumbres, esas que con posterioridad disfrutaron, a su manera, los rústicos ganaderos del Puerto Príncipe.

La festividad del San Juan es oriunda de España, pero no en la forma en que la concibieron los principeños. El San Juan español es amigo de las romerías, y sobre todo, del fuego. Internacionalmente son muy famosas «las noches de San Juan».

En sus inicios nuestras celebraciones sanjuaneras no tuvieron afanes comerciales. Las bebidas eran preparadas en las casas y se preferían las refrescantes. Con el decurso de los años, esta costumbre fue degenerando y más de una vez surgieron disgustos entre vecinos, que concluyeron en tragedias sangrientas.

En el siglo XIX la festividad se prostituyó. Las firmas comerciales subvencionaban comparsas, carrozas y los adornos de las calles en una desaforada competencia, que se aprovechaba de la insolvencia e ignorancia populares.

Después del triunfo de la Revolución cubana comenzó a recuperarse la tradición perdida para incorporarla a la vida de una sociedad que no da cabida a los explotadores. Es el período en que surge el Teatro del Pueblo, se organiza la vieja tradición del «ajiaco camagüeyano» y cientos de manos cederistas laboraron para embellecer sus cuadras.

Actualmente, a su multiplicidad de actividades y al collage multicolor, se aúnan el tradicional ajiaco y las más diversas expresiones músico-danzarias, prolijas en presencias de nuestras raíces africanas y españolas.

Comparsas, congas, rumbas, disfraces y creatividades en función del ornato público, resultan los aspectos más distintivos que nos acompañan entre el 24 al 29 de junio desde 1760, en esta fiesta que, independientemente de sus diversas etapas, se ha caracterizado por ser de pueblo.

El 29, día en que concluye el carnaval que hacemos en Camagüey, constituye una de las fechas más importantes. Se realizan llantos fingidos por la muerte de San Pedro.

Este se representa con un muñeco confeccionado con ropas viejas, relleno de hierba seca y trapos que podía ser llevado en un ataúd o montado en una carretilla, para terminar quemado. Esta representación que también, se realiza en otros poblados de Cuba, para los camagüeyanos forma parte indisoluble del folklórico San Juan local.

Autor: Adelante Digital