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jueves, noviembre 21, 2024

Felipe Pichardo Moya

La bibliografía especializada sobre las comunidades aborígenes de Cuba tiene antecedentes muy importantes en toda la obra de los testigos de la conquista y colonización española.

Desde Colón (Cristóbal), Las Casas, Pané, Bernal Díaz, Mártyr de Anglería y el otro Colón (Fernando), se contó para la reconstrucción histórica de aquellos pueblos indígenas con fuentes informativas que tenían el mérito de la vivencia epocal, no importa si directa o indirecta.

Después vinieron otros que dotaron a los elementos muchas veces diluídos en la leyenda de aquellas reseñas, con otro rigor, como Morell de Santa Cruz, Arrate, Urrutia, Valdés, Rodríguez Ferrer, Cosculluela, Pezuela y nuestros imprescindibles Tomás Pío Betancourt y Juan Torres Lasqueti.

Entre los que, finalmente, aplicaron una metodología científica, están Harrington, Rouse, Cruxent, Fernando Ortiz, Núñez Jiménez, Tabío, Estrella Rey, Payarés, Guarch, Dacal, Rivero de la Calle, Ercilio Vento, Calvera Rosés y tantísimos otros que harían más que extensa ésta ya de por sí larga lista.

Nos falta mencionar, sin embargo, a un camagüeyano que nadie puede omitir, si es que se aborda seriamente la materia.

Se trata de Don Felipe Pichardo Moya, quien nació en Camagüey en octubre de 1892, en el seno de una familia que vino a Puerto Príncipe con la Audiencia de Santo Domingo y que tuvo entre sus integrantes a personalidades tan importantes para la cultura cubana como Esteban Pichardo y Tapia (autor, entre otras obras, de la Gran Carta Geo-coro-topográfica de la isla de Cuba y del diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas).

Hurgando en la vida de Pichardo Moya, se sabe que se graduó en La Habana como abogado, que ejerció la jurisprudencia en Camagüey, que fue profesor del Instituto de Segunda Enseñanza y director de la Escuela Normal para Maestros.

Periodista, prosista y poeta, dedicó una considerable parte de su obra escrita a la Arqueología y la Historia.

«No tenemos noticias sobre su formación profesional como arqueólogo -señala Lourdes Domínguez-, su producción de corte arqueológico-histórico comienza a parir de 1934 pero estamos seguros de que tuvo largos años de gestación por la solidez de los conocimientos y porque desde esa fecha comienza a elaborar una obra sistemática cuyo objeto principal es la historia de los aborígenes de Cuba, introduciendo inicialmente sus experiencias de forma ordenada en su provincia natal. De aquí que sus primeros temas diserten sobre el Camagüey precolombino».

Pero esa fue sólo una etapa, trascendida hacia una proyección que se acompañó con el conocimiento de los grupos aborígenes en todo el territorio nacional, lo que le permitió, cuando nadie se percataba de ello, alertar sobre la necesidad de liberar a los estudios sobre nuestra etapa precolombina, del vicio descriptivo sin análisis, que era en buena medida la norma o la moda entre los investigadores.

Es interesante ver cómo éste hombre proclama que sus intenciones con toda la labor intelectual que desarrollaba tenía dos intenciones fundamentales: la puramente científica y la del afianzamiento de la identidad nacional excavando (en el sentido literal del concepto) en nuestras más genuinas raíces étnicas.

Al respecto, resulta muy revelador su trabajo encaminado a demostrar que la vivencia indígena tras el encontronazo aniquilador del llamado «descubrimiento» permitió -a pesar de la política genocida, de exterminio- que trascendieran hasta nuestros días numerosos elementos culturales que se integraron a nuestra cotidianidad.

«Nuestros orígenes -según sus palabras- son también indios y no exclusivamente castellanos o negros, como se pretende imponer».

Confirman su tesis los miles de vocablos indígenas que enriquecieron definitivamente el Español de Cuba, que están al uso en topónimos, sustantivos, alimentos, etcétera. El exterminio o el aniquilamiento, pues, al menos en lo cultural, estuvo muy lejos de ser total

«Su obra más destacada -dicen Ramón Dacal y Manuel Rivero de la Calle- es Caverna, costa y meseta, en este libro, Pichardo Moya une, por primera vez para la arqueología cubana, los elementos del medio con las evidencias materiales, para ofrecernos una visión del hombre y su ambiente que, posteriormente, ha sido desarrolada por muchos arqueólogos, con una amplia visión del pasado, no sólo de Cuba, sino de toda el área del Caribe».

Por su parte, Ernesto Tabío, al puntualizar que «…el doctor Pichardo Moya ha hecho valiosas aportaciones a la cultura de nuestra patria a través de sus diferentes publicaciones, en los que los temas son tratados con mucha mesura y profundidad», no ha hecho más que reconocer una labor intelectual dirigida al enriquecimiento del nivel de conocimientos sobre una materia difícil, porque su praxis consiste en la reconstrucción, en abstracto, de las condiciones materiales y espirituales de vida de gente de la que no queda, en la mayoría de los casos, otra cosa que una escasa fragmentería de objetos y osamentas.

OBRA CONSULTADA

-Pichardo Moya, Felipe. «Caverna, costa y meseta. Interpretación de arqueología indocubana». La Habana, 1945.
«Cuba precolombina. Un texto para maestros y alumnos» La Habana, 1949.
«Los aborígenes de las Antillas».México, 1956.».México, 1956.
«La edad media cubana» En Revista Cubana.Dirección de Cultura. La Habana, abril diciembre 1943. Vol. XVIII. Num. 2 En Revista Cubana.Dirección de Cultura. La Habana, abril diciembre 1943. Vol. XVIII. Num. 2
«Los indios de Cuba en sus tiempos históricos». La Habana, 1945. La Habana, 1945.
Alvarez Conde, J. «Felipe Pichardo Moya, su vida y su obra». «Felipe Pichardo Moya, su vida y su obra». La Habana, 1952.
Domínguez, Lourdes. Prólogo a la segunda edición de «Caverna,costa y meseta». La Habana, 1990. Prólogo a la segunda edición de «Caverna,costa y meseta». La Habana, 1990.
Dacal Moure, Ramón y Manuel Rivero de la Calle.»Los aborígenes de Cuba». La Habana, 1986.
Tabío, Ernesto. «La prehistoria». En. Cien años de lucha. La Habana, 1969. Num. 2

Artículo: El camagüeyano Felipe Pichardo Moya y su aporte al estudio de los indocubanos, Autor: Roberto Funes Funes (Tomado de Radio Cadena Agramonte)