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sábado, noviembre 23, 2024

60 años de la Uneac: tránsito, realidad y los días que vivimos

La Uneac es una organización surgida en el fragor del combate cultural cubano. Nada más hay que ver cuáles fueron sus días fundacionales en 1961, con el preámbulo de las sesiones de trabajo en la Biblioteca Nacional José Martí, de La Habana, que culminaron con la magistral intervención del Comandante en Jefe Fidel Castro el 30 de junio de ese año, conocida como Palabras a los Intelectuales. Luego vino la reunión para el 22 de agosto, fecha definitiva en que se dio por creada.

Han sido momentos y años difíciles en todo el devenir, a veces con incomprensiones y gestos hostiles de algunos, pero en donde ha primado el sentido de unidad con la Revolución y con el pueblo, y prueba de ello han sido sus Congresos, en los que ha sobresalido la pluralidad de puntos de vista expresados libremente, la reflexión e interés de la membresía por ayudar a resolver los problemas del país unido a la dirigencia revolucionaria, y los proyectos emanados de los mismos, con un grado de comprensión y solidaridad extremadamente cortés y de amplia aceptación por nuestros dirigentes del país. En fin, que la Uneac no ha estado desvinculada de la batalla diaria por la Revolución, sino que ha sido un baluarte de la cultura cubana en aras de defender los ideales supremos de los cubanos todos.

Y ha sobresalido la conducta ética, el respeto, la fidelidad a los principios de la Revolución y al máximo líder, Fidel, a partir de un vínculo indisoluble entre hombres y mujeres de la cultura dispuesta a defender un proyecto social verdadero, consecuente con las ideas martianas y las proyecciones del Comandante en Jefe, siempre abierto a escuchar y canalizar iniciativas. Por ello, la Uneac, en su haz de tareas, no ha hecho otra cosa que estimular cada vez más las acciones creadoras de sus miembros y ha posibilitado la inserción de los jóvenes con talento para que integren sus filas, o para que participen en sus eventos, en particular, en el Premio David de Literatura. Pero, además, la Uneac ha creado espacios para el trabajo comunitario, para defender y contrarrestar acciones discriminatorias o de índole ideológico como el racismo, y ha estado presente dando muestras de la lealtad a esta Revolución en cuanto enfrentamiento a posiciones abyectas, difamatorias, disociadoras o abiertamente mercenarias de algunos individuos inescrupulosos. Y se ha enfrentado a todas las campañas dirigidas a perjudicar el prestigio de la Revolución.

En cualquiera de las circunstancias en las que imperialismo norteamericano y los secuaces que siguen sus órdenes, han tratado de socavar los valores y el accionar de la Revolución y sus líderes, el desafío de la Uneac ha sido el de sostener que la política cultural de esta Revolución es irreversible. Nada ni nadie, ni mediante tareas de una forma como las generadas por Sharp, o de otras –como las implantadas por Trump– para generar confusión, malestar o contradicciones en nuestra sociedad, o mediante la utilización de individuos que no son –ni serán– representativos del arte cubano jamás, podrán poner en tela de juicio la historia de este pueblo, las características genuinas de esta Revolución –que es una sola desde 1868, como un proceso histórico único, ininterrumpido y contradictorio–. Quien no comprenda ese proceso, y porqué es único, pues viene desde 1868 hasta nuestro días; y el de ser ininterrumpido por cuanto a pesar de haber transitado por diferentes etapas en su desarrollo, se mantiene con la misma fuerza hasta nuestros días; y el haber sido contradictorio, sí, pues con independencia de que cada periodo vivido ha tenido sus particularidades, y en determinados momentos –como hoy– han existido situaciones críticas, lo que perdura es la continuidad histórica del proceso y el ansia de los cubanos de vivir en paz, en concordia y si injerencia extranjera.

Por ello, la política cultural de este país no es abstracta, es el día a día, y es mediante la cultura, como lugar cimero de las confrontaciones y los esclarecimientos, donde el futuro de la nación se gana, no hay extravíos posibles. No hay confusiones posibles. En todo caso, hay análisis exhaustivo para la reflexión y el debate, para que se ventilen todas las deficiencias y sepamos buscar posibles soluciones. En la Uneac hay diálogo, análisis, puntos de vistas que no tienen que ser todos iguales en cuanto a cómo debemos enfrentar los problemas; pero hay unidad, respeto, dignidad y mucha ética, y eso hay que tenerlo presente siempre cuando se va a verter un criterio, a señalar determinadas críticas.

Lo importante es que Cuba esté a salvo de las maquinaciones imperialistas, o de quienes se conviertan en corifeos de tendencias disociadoras para perjudicarla. Se puede divergir, se puede no compartir todos los puntos de vista, se pueden hacer críticas, pero todo con un juicio certero autóctono –no importado– y, sobre todo, con mucha ética.

Como dijera nuestro Héroe Nacional José Martí, en 1881: “Más vale estar en ocio que emplearse en lo mezquino. Y callar, que no hablar verdad”.

Sirvan, pues, estas palabras del Apóstol para que pensemos en la Uneac como un retablo seguro de la cultura cubana, para demostrar que estos primeros 60 años de vida han servido para que transitemos junto a la gran obra de Fidel: la Revolución. Para que hayamos palpado la realidad, justo en estos días en los que se trata de desprestigiar el hacer de nuestros escritores y artistas por estar al lado de esa Revolución, que no solo nos ha dado el aliento para ser creadores, sino la posibilidad de serlo dignamente.

Por Jorge Santos Caballero /Escritor, Miembro de la UNEAC